Sin miedo

Alicia, llevaba un tiempo deprimida, no sabía qué le ocurría, pero no levantaba cabeza. Se sentía apática, sin ganas de nada. Era como si hubiera perdido la ilusión.

Una tarde, comenzó a analizar su vida y reconoció que todo estaba bien: tenía buena salud, una familia que la quería, una pareja maravillosa y un trabajo bien remunerado. ¿Qué más podía pedir?

Y, sin embargo, se sentía tan triste…Entonces pensó en Amelia, su compañera de trabajo. Amelia era la persona más trabajadora que había conocido Alicia en toda su vida. Sin embargo, la trataban muy mal. Los compañeros y el jefe le asignaban una cantidad abrumadora de tareas y a la hora del descanso, en la que toda la plantilla se iba a tomar el almuerzo, ella se quedaba trabajando para poder acabar todas las tareas que le mandaban.

Además, solían reírse de ella, porque era bizca de un ojo y porque a veces tartamudeaba y también por su manera tan convencional de vestir. Aunque Alicia nunca entraba a formar parte ni de las burlas ni de darle más trabajo a Amelia, se dio cuenta de que en realidad no hacía más que seguirles el juego a esa panda de sinvergüenzas.

Alicia, llegó a la conclusión de que su depresión venía de ahí, de estar aguantando día tras día una situación que no le gustaba y callarse. «¿Y por qué estoy aguantando?», se preguntó y solo halló una respuesta: «por miedo». Tenía miedo a que la trataran igual que a Amelia y miedo a que la despidieran si no les seguía la corriente.

Alicia se dio cuenta de que no podía continuar actuando así, como si no pasara nada. Que su modo de actuar estaba siendo contrario a lo que le pedía hacer su corazón y era eso justamente lo que le estaba sumiendo en la depresión.

Alicia, decidió hacer frente a su miedo y al día siguiente, en cuanto llegó al trabajo, se dirigió a Amelia.

―¡Hola! ¿Qué tal?

Amelia la miró sorprendida, pues nadie solía saludarla, y sonrió tímidamente.

―Hola Alicia, bien ¿y tú?

―Bien, oye quería preguntarte si querrías que almorzásemos juntas.

Amelia, dudó unos instantes, después dijo:

―Casi nunca cojo un descanso porque tengo mucho trabajo y no me da tiempo a terminarlo.

―Ya lo sé, ¿y qué te parece si me das parte de tus tareas?

Amelia la miró maravillada:

―Pues te lo agradecería enormemente la verdad.

Y así fue como aquel día, Alicia y Amelia compartieron el trabajo y se cogieron el descanso juntas. Alicia descubrió que, a pesar de su timidez, Amelia era una persona muy agradable y mantuvieron una conversación muy animada las dos.

A partir de ese momento todos los compañeros del trabajo y el jefe comenzaron a mirar mal a Alicia y a los cinco días el jefe la reunió y tras darle falsos pretextos le entregó la carta de despido.

Alicia dijo que no estaba de acuerdo con las razones del despido y salió del despacho. Cuando Amelia vio que Alicia recogía las cosas de su puesto, le preguntó:

―¿Qué ha pasado?

―Me ha despedido.

―A lo mejor ha sido por ayudarme ―dijo Amelia, mirando al suelo compungida.

―¿Sabes qué? Me da igual, hasta estoy contenta.

―¿Contenta?

―Sí, porque estoy segura de que voy a encontrar algo mejor. Tú también podrías encontrar algo mejor, no me cabe la menor duda.

―¿Sabes lo que te digo? ¡Que tú eres lo único bueno de esta empresa y no estoy dispuesta a trabajar aquí sin ti! ―dijo efusivamente Amelia y todos la oyeron.

Amelia firmó la baja voluntaria y las dos se fueron hablando de sus futuros proyectos que estaban seguras muy pronto harían realidad.

¡¡¡Reto!!! Escribe un relato inspirándote en el título y/o letra de una canción. 
En mi caso, me he inspirado en la canción de Rosana, Sin miedo. 

Comentarios

  1. Eso es lo que no tendríamos que tener el proletariado: miedo. Eso que la burguesía y los sistemas de opresión utilizan, junto con nuestra ignorancia, para perpetuar su tinglado. Pero nos hemos acomodado; nos han divido y ellos ganan.

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    1. El miedo es nuestro peor enemigo y no solemos darnos cuenta. A veces nos sentimos frustrad@s, ansios@s, deprimid@s, tristes... y no sabemos por qué y muchas veces el único motivo es que tenemos miedo a algo y por eso no actuamos como queremos. Eso pasa mucho con el acoso escolar y laboral y es lo que quería expresar con este relato. Gracias por tu comentario!!

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  2. Muy bonito relato donde triunfan los más bellos sentimientos contra los peores. Como sociedad a veces estamos podridos pero hay individuos que hacen la diferencia. Muy bueno.

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    1. A veces nos sentimos impotentes y sin embargo tenemos mucho más poder del que nos imaginamos. Solo es cuestión de plantar cara a las cosas que no nos gustan y de no dejarnos llevar por la corriente si ese rumbo está en contra de nuestra forma de ser o de nuestras convicciones. Exactamente, como dices hay individuos que hacen la diferencia y esos individuos podemos ser cualquiera de nosotr@s si nos lo proponemos. Te agradezco mucho el comentario!!

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