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Entre fantasmas

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Adela tenía poderes: veía el futuro, movía cosas con la mente y hablaba con fantasmas. Cuando era una niña no notó nada fuera de lo normal. Fue en la adolescencia cuando descubrió aquellas increíbles habilidades. Sin embargo, no le dijo nada a nadie, ni siquiera a su familia pues la joven tenía miedo de que la considerasen rara o enferma.    La primera vez que descubrió sus poderes fue cuando vio claramente morir al hijo pequeño de sus vecinos de la puerta de al lado, al caerse por la ventana. Adela llamó a toda velocidad a la puerta de sus vecinos para impedirlo, pero fue demasiado tarde, el niño acababa de caerse y morir. Adela lloró desconsolada, sintiéndose impotente. Esto se repitió durante un tiempo: la joven podía ver algunas de las cosas malas que ocurrían en un futuro tan inmediato, que no le daba tiempo a impedirlas. Sufría mucho por ello y se preguntaba por qué razón tendría ese poder si no estaba en su mano hacer absolutamente nada para evitar las desgracias. Su otro

El valor de una pluma

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  ―¡Venid a ver esta báscula! ¡Es mi mejor invento! ―gritó Jairo en la plaza de la aldea. Los aldeanos se aproximaron y entonces el inventor les mostró una pluma que había cogido de una jaula y un saquito lleno de monedas de oro. Seguidamente, puso el saquito con las monedas de oro sobre uno de los platillos de la báscula, pero en cuanto depositó la pluma en el otro platillo, este bajó y el platillo con el saquito subió hacia arriba. Entonces Jairo explicó: ―Esta balanza no se inclina según el peso de las cosas sino según su valor. ***  ¡ ¡¡RETO!!!  Con este microrrelato participo en el reto del mes de abril, propuesto por   Lídia Castro Navàs .  Estas son las condiciones:  Crea un microrrelato o poesía (máx. 100 palabras) inspirándote en la  carta . En tu creación debe aparecer algo relacionado con la imagen del dado: jaula .  ¡¡Os animo a leer los microrrelatos de los/as escritores/as que participan y escribir vuestro propio micro!!

Invitación

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  Cuando saqué la carta del buzón me quedé extrañada. El sobre estaba totalmente en blanco. Lo abrí y en su interior encontré una tarjeta que ponía la palabra  « INVITACIÓN »  seguida del siguiente texto escrito con una caligrafía impecable: « ¡Hola! Te invito a cenar este viernes a las 20h en el restaurante Las Agallas . Prometo que no te arrepentirás si acudes. Para identificarnos llevaremos un libro y una flor. ¡Te espero! ». Me sentí muy inquieta y estuve a punto de romper la invitación y olvidarme de ella. Pensé que lo más probable era que se tratase de una broma o incluso de algo peor. Sin embargo, cuantas más vueltas le daba más curiosidad sentía y al final no pude evitar acudir a la cita. Una de las principales razones por las que decidí ir fue porque Las Agallas era uno de los restaurantes más lujosos y caros de la ciudad y siempre había deseado ir allí, pero mi situación económica no me lo permitía. Así que ahora que tenia la oportunidad de cenar allí, no iba a desperdiciarl

Más poderoso que tú

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  Con su hálito, Selene transformó unas cuantas plumas en dos grandes alas que utilizó para volar hasta el Sol. La diosa había recibido una carta de su hermano, Helios, pidiéndole que fuese a visitarlo. Lo que no esperaba era su colérico recibimiento.   ―¡Por fin demostraré que soy más poderoso que tú! ― bramó el dios.   Helios iba a lanzar un destructor rayo de fuego contra Selene, cuando esta hizo aparecer una selenita que brilló cegando e inmovilizando por completo al dios. Selene se acercó a él y le susurró al oído: ―Te recuerdo que s omos diferentes, pero igual de poderosos, hermano. **** ¡¡RETO!!  Con este microrrelato participo en el reto del mes de marzo, propuesto por   Lídia Castro Navàs .  Estas son las condiciones:  Crea un microrrelato o poesía (máx. 100 palabras) inspirándote en la  carta . En tu creación debe aparecer el mineral:  Selenita Os animo a leer los microrrelatos de los/as escritores/as que participan y escribir vuestro propio micro!!

Esta tarde vi llover

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  Fuera llovía y dentro de la cafetería tan solo estábamos dos personas: una chica sentada a una mesa de espaldas a mí y yo, que tomaba un té disfrutando de la inusual tranquilidad del ambiente. Pero la apacible atmósfera se rompió cuando la chica decidió escuchar en su móvil, a todo volumen, la canción Esta tarde vi llover,  de Armando Manzanero.   Bastante molesto, me puse en pie y me encaré con ella:   ― Disculpa, ¿podrías bajar el volumen del móvil o ponerte auriculares? Entonces la chica alzó la mirada y, cuando sus ojos de color miel se encontraron con los míos, sentí como si ya la conociera. Me respondió con voz triste: ― Sí, claro, discúlpame. Pulsó el stop y yo regresé a mi mesa. La tranquilidad regresó al ambiente. Sin embargo, me sentí mal por la chica, se la veía demasiado afligida. Así que busqué en mi móvil Esta tarde vi llover , le di al play y subí el volumen al máximo. Ella se giró mirándome sorprendida y yo le guiñé un ojo. Me correspondió con una sonris

Venganza

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Image by  Gerd Altmann  from  Pixabay Liam rompió con su novia. Le resultó muy difícil hacerlo porque aún la quería. Sin embargo, hacía días que sabía que ella le estaba siendo infiel y aunque Liam intentó hacer como si no pasara nada, no pudo soportarlo por más tiempo. Para sentir un poco de consuelo, fue a casa de su amigo Gregor y este le  ofreció un licor frutal que, según le explicó, había comprado en uno de sus innumerables viajes al extranjero. El caso es que Liam para ahogar sus penas bebió más de la cuenta. Se quedó dormido en el sillón del piso de Gregor y cuando despertó, de madrugada, notó que algo iba mal dentro de su cabeza. Sus pensamientos eran caóticos y extremadamente negativos: que si era un fracasado, que si nadie le quería, que si jamás encontraría el amor… Estuvo rumiando estos pensamientos durante horas hasta que de repente una desconocida maldad empezó a apoderarse de él. Hasta que llegó a convencerse de que el único responsable de que le fuese tan mal en la

La saxofonista

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  Image by  efes  from  Pixabay Eladia tocaba el saxofón todos los días en la calle. La música era su pasión y no estaba dispuesta a abandonarla por nada. Soñaba con convertirse en una estrella del jazz, pero no tenía demasiadas esperanzas de lograrlo. Su mayor preocupación era que apenas tenía dinero para hacer frente al alquiler y al resto de gastos mensuales. Aun así, siempre se mostraba alegre y le gustaba dar lo mejor de sí misma en cada tema que interpretaba, incluso cuando no recibía ni una sola moneda a cambio. Un día, justo cuando iba a empezar a tocar el saxofón, alguien se acercó a ella. Se trataba de un hombre que llevaba un contrabajo consigo. Eladia le sonrió y Basilio, que así se llamaba el hombre, le contó que cuando era más joven tocaba en un grupo de jazz, pero en cuanto se hizo mayor, le sustituyeron por un chico más joven. A partir de entonces practicaba siempre solo. También le confesó que había perdido la esperanza de volver a tocar con otros músicos hasta que