Todos los compañeros de Teresa se quedaron pasmados al verla, pues ella solía vestir con colores más discretos. En aquella ocasión lucía un vestido amarillo con los pendientes, el bolso y los zapatos de ese mismo color. En cuanto Andrea llegó a la oficina y vio a Teresa, le preguntó sorprendida: ― ¿Por qué te has vestido así, Teresa? Al fin, había conseguido que Andrea, quien siempre la trataba como si no existiera, le hablara. ― Me gusta mucho el color amarillo ―le respondió con naturalidad. ― Ya veo ―murmuró Andrea arqueando una ceja. En la oficina, todos cuchicheaban y se reían de Teresa. Pero ella estaba tan emocionada de que Andrea le hubiese hablado que no le importó la opinión de los demás. De hecho, a partir de ese día Teresa iba siempre vestida con prendas y complementos de color amarillo y cada vez que Andrea la miraba, se sentía muy feliz. Sin embargo, pasado un tiempo, en la oficina todos se fueron acostumbrando a su llamativa vestimenta, por lo que Teresa d
Comentarios
Publicar un comentario