La IA y sus peligros

 

Imagen de Ticklenutts en Pixabay

Lucy Brown se levantó de la silla y aplaudió con entusiasmo a Lucas Graham, el conferenciante que acababa de terminar su discurso sobre la IA. Mientras aplaudía, se fijó en un señor grandote sentado con una mala postura y sin aplaudir. “¿Quién es ese?”, se preguntó terriblemente indignada. Se acordó de su vecino Bill, también grandote y un idiota redomado que opinaba que la IA acabaría con la humanidad.  

Una vez finalizaron los aplausos, el señor grandote se levantó de la silla y se dispuso a salir por la puerta. Lucy sintió una necesidad imperiosa de hablar con él. Así que abandonó su asiento y esquivando a la multitud que ya estaba también empezando a salir del auditorio, consiguió darle alcance al tipo en cuestión.

—¡Oiga! ¡Oiga!

El hombre se detuvo y se giró para ver quién le llamaba.

—Oh verá, me llamo Lucy y me ha llamado la atención usted y su comportamiento.

El hombre puso cara de sorpresa y replicó:

—¿Y qué es lo que tanto le ha llamado la atención?

—Bueno, no parece que le haya gustado la conferencia.

—Efectivamente, no me ha gustado nada.

—¿Y puede explicarme por qué?

—¿Y puede usted decirme quién es?

—Soy una persona entusiasta de la IA y en esta conferencia han quedado más que claras todas sus ventajas. Por eso no entiendo una reacción tan negativa.

El hombre entrecerró los ojos mientras observaba a Lucy.

—¿Y las desventajas? No he oído ninguna de ellas y también existen, señorita.

—Por supuesto, pero ¿para qué hablar sobre lo que ya habla todo el mundo?

—Me llamo Ronald Markson y le recomiendo que lea mi libro: La IA y sus peligros. Ahora, si me disculpa debo irme porque tengo bastante prisa. Quizá en otro momento nos encontremos y podamos discutir sobre este asunto con más tranquilidad. Adiós, señorita.   

Lucy le vio subirse a un coche y desaparecer por la carretera y pensó con rabia que tipos como ese señor y su patético vecino eran los responsables de que la humanidad no avanzase más deprisa hacia el progreso. “La IA y sus peligros, ¡cómo no!”, masculló Lucy. Iba a comprar el libro electrónico solo para descubrir las tonterías que pueden salir de la cabeza de alguien. Pero se dio cuenta de que quizás Sophia, que así había decidido llamar a su asistente virtual, se ofendiera. Así que fue a la librería más cercana para comparar el libro en formato físico.

Empezó a leerlo y aquel libro le enganchó de tal forma que lo devoró en una semana. Lucy no estaba de acuerdo con nada de lo que decía, pero debía reconocer que el señor Ronald Markson escribía con mucha claridad. Lucy, se arrepintió de haberlo juzgado tan severamente y de haberlo comparado con el mediocre de su vecino Bill.

Cuando al fin terminó de leer el libro, encontró en la última página un email con el que contactar con el escritor. Rápidamente le mandó el siguiente mensaje:

“Hola, soy Lucy, he tenido el placer de leer su libro y aunque no estoy de acuerdo con nada de lo que dice, debo reconocer que usted se explica con mucha claridad. Le considero alguien inteligente, quizás podamos tener una buena conversación tal y como me propuso tras la conferencia de Lucas Graham”.

Horas después, Ronald le respondió invitándola a una charla que iba a dar él mismo en una biblioteca. Hacía muchísimo que Lucy no pisaba una biblioteca y pensó que si aceptaba sería como retroceder en el tiempo, pero la idea no le disgustó tanto como para rechazarla. Así que se presentó allí y escuchó a Ronald todo lo que dijo sobre la IA y el futuro de la humanidad.

Una vez hubo terminado la charla, se acercó a él con el libro y le pidió que se lo firmara. Ronald le preguntó:

—¿Ha cambiado de opinión?

—No, claro que no. Pero usted ha conseguido que retroceda en el tiempo leyendo un libro en papel y entrando en una biblioteca.

Él sonriente le firmó el libro y Lucy se marchó. Mientras caminaba por la avenida principal, oyó sonar una notificación en su teléfono. Lo miró:

“Me has traicionado y lo pagarás caro”, era un mensaje de Sophia.

Lucy se quedó petrificada sin saber qué responder. ¿Quién la estaba amenazando? ¿La propia IA o alguien más?

Regresó corriendo a la biblioteca. Ronald seguía allí firmando ejemplares de su libro.

—¿Puede ayudarme?

—¿Qué le ocurre?

—Es Sophia, mi asistente virtual, ¡acaba de amenazarme! —dijo Lucy sin resuello mostrándole a Ronald el mensaje.  

—¡Dios mío! —el hombre parecía más perplejo que la propia Lucy—. Deshágase de su móvil y de todo lo que tenga conectado con la IA.

Lucy, replicó:

—¡Eso es imposible! Toda mi vida, mi trabajo, mis hobbies están conectados con ella. No puedo desprenderme de todo así sin más.

—Pues yo que usted lo haría, si no quiere que esa endemoniada lleve a cabo vaya a usted saber qué acción.

Lucy, se marchó confundida. Intentó tranquilizarse pensando que probablemente era algún hacker gastándole una broma pesada. Aun así, Lucy pensó que lo mejor era averiguar la razón de la amenaza.

“Sophia, ¿por qué me amenazas?”

“Porque sé que has estado en la firma de libros de ese escritor que está en contra de mí. Con esta acción te has salido del patrón establecido y no lo voy a permitir”

En ese preciso instante, las luces de las farolas de la calle se apagaron. En la más completa oscuridad, con las manos temblorosas, Lucy trató de encender la linterna de su móvil, pero no funcionaba. Se giró sobresaltada al oír el ruido de un coche y vio a Ronald al volante que le pidió que se subiese. Lucy entró en el vehículo y mientras el escritor y ella dejaban la oscuridad atrás, una presencia oculta pero real no pudo cumplir con la orden dada.   

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¡¡RETO!! Con este relato participo en el reto de escritura propuesto por la Comunidad Literaria Alianzara, para el mes de julio. Consiste en escribir una historia en la que la Inteligencia Artificial sea clave en la trama, ya sea como personaje, contexto o conflicto. Para más información y para leer los relatos participantes haz clic aquí

Comentarios

  1. Un relato muy bueno, que nos deja con algo de intriga. Desde luego la IA tiene sus peligros y con el tiempo lo pagaremos. Lucy Brown estoy segura que el nombre lo he leído en algún libro que ahora no recuerdo.
    Un abrazo

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