Infiel
La detective Almudena Salazar estaba a punto de cerrar su despacho, cuando sonó el timbre. Al abrir la puerta se encontró a una anciana pequeña y enjuta que la miró fijamente.
―Iba a cerrar ya ―dijo la detective con acritud.
―Seré breve ―señaló la anciana. Almudena se echó a un lado para dejarla pasar y después cerró la puerta.
La anciana se sentó en una silla y Almudena ocupó su asiento frente a ella.
―Me llamo Alicia Suarez y como ya le he dicho seré breve ―carraspeó y continuó diciendo―: Verá, lo único que quiero es que averigüe si mi yerno le está siendo infiel a mi hija.
La anciana sacó de su bolso una fotografía en la que aparecía el hombre y se la mostró a Almudena quien la cogió y, observándola, le preguntó:
―¿Cómo se llama?
―Adolfo Mendoza.
Almudena, sin apartar su mirada de la fotografía volvió a hacer otra pregunta:
―¿Por qué piensa que este hombre le es infiel a su hija?
―Porque mi hija me ha dicho que últimamente llega muy tarde a casa. Él alega que es porque tiene mucho trabajo. Pero yo no me lo creo. Estoy convencida de que tiene una amante.
Almudena sacó una libreta de un cajón y continuó con el interrogatorio. Le preguntó a la señora Suarez en qué empresa trabajaba su yerno, su horario laboral y la dirección de la empresa. Fue anotando las respuestas en la libreta y finalmente le pidió que le diese su número de teléfono.
―Bien, de momento es todo cuanto necesito. Me pondré en contacto con usted cuando averigüe algo.
La señora Suarez se despidió de Almudena y tras marcharse, la detective continuó mirando atentamente la fotografía.
Al día siguiente, a las tres de la tarde, Almudena se situó dentro de su coche frente a la entrada del edificio donde trabajaba Adolfo Mendoza. A las cinco y tres minutos, la detective le vio salir y subirse a un vehículo. En cuanto Adolfo arrancó, Almudena comenzó a seguirle a una distancia prudencial.
Tras alrededor de un cuarto de hora, Adolfo detuvo el coche frente a un hotel de lujo. La detective aparcó frente al hotel y esperó; sin perder de vista la puerta. A eso de las siete y cuarto, Adolfo salió del hotel acompañado de una mujer esbelta y rubia. Ambos iban vestidos muy elegantes. Se subieron al coche y Almudena volvió a seguirlo. Minutos después, Adolfo aparcó y, acompañado de la mujer rubia, entraron en el restaurante más caro de la ciudad: el Emerit’s Club.
Almudena les había fotografiado a los dos saliendo del hotel y entrando al restaurante y pensó que con aquellas fotos tenía un buen material para empezar a sospechar sobre la posible infidelidad.
Al cabo de media hora, ocurrió algo inesperado. La mujer rubia salió del restaurante llorando. Adolfo salió tras ella, pero esta le gritó:
―¡Aléjate de mí, cerdo!
La mujer llamó a un taxi con la mano y se subió en él. Rápidamente, Adolfo se subió a su coche y arrancó.
«¿Qué habrá ocurrido? Quizás la mujer acaba de averiguar que Adolfo está casado», pensó la detective que inmediatamente puso su coche en marcha y volvió a seguir a Adolfo, quien a su vez seguía a la mujer rubia.
La mujer no debió darse cuenta de que la seguía porque se bajó del taxi y se dirigió a un edificio. Adolfo, que estaba a poca distancia aparcó y salió corriendo hasta alcanzar a la mujer y la cogió por el brazo fuertemente.
―¿Quién te crees que eres, eh? ―le preguntó a gritos, zarandeándola. La mujer sollozó.
Almudena se apeó de su coche y fue corriendo en dirección a la pareja.
―¡Suéltala!
Adolfo giró la cabeza para mirar a la detective y soltando una risa estentórea le preguntó:
―¿Quién eres tú?
―Te he dicho que la sueltes ―volvió a repetir, Almudena.
―Y si no la suelto ¿qué? ¿eh? ―entonces el hombre sacó una pistola de su chaqueta y apuntó a Almudena.
―¡Vete de aquí si no quieres que te pegue un tiro! ―Almudena sonrió impertérrita.
―No me voy a ir a ninguna parte.
Adolfo, la miró sorprendido y debió aflojar la presión que hacía sobre el brazo de la mujer rubia porque esta logró soltarse y le dio a Adolfo un codazo en el pecho tan fuerte que el hombre comenzó a toser y la mujer le quitó el arma de la mano. Rápidamente fue hacia Almudena que estaba a unos pocos pasos y se la entregó. La detective, apuntó a Adolfo.
―Bien, cabronazo, ahora levanta las manos muy despacio y no te muevas de donde estás. Más vale que me obedezcas porque si no lo haces voy a ser yo quien te pegue un tiro a ti.
Almudena llamó a la policía y después, la mujer rubia le contó que estaba enamorada de Adolfo y que, en el restaurante, él le había propuesto participar en su negocio de la prostitución, ofreciéndole mucho dinero.
Tras unos minutos llegó la policía y detuvo a Adolfo. Esa misma noche, la detective llamó por teléfono a la señora Suarez y le contó todo lo que había ocurrido. Ella le respondió:
―Nunca hubiera imaginado que mi yerno fuera un proxeneta. Le estoy muy agradecida.
Tras colgar la llamada, Almudena se dijo: «Caso cerrado» sonriendo satisfecha.
Con este relato participo en el concurso de David Rubio, en su blog El Tintero de Oro. He decir, que ha sido un auténtico reto para mí, porque es la primera vez que escribo un relato de detectives. Espero que disfrutéis de su lectura!!
Gracias, Cristina, por participar con este relato en el homenaje a Dashiell Hammett y su novela El Halcón Maltés. Un abrazo y suerte!
ResponderEliminarMuchas gracias, David!!!
EliminarHola Cristina , muy buen relato ..... Quién iba a pensar que el mismo yerno
ResponderEliminarse dedicaba a eso , menos mal que Almudena llego a tiempo , y salvo a esa pobre chica
Te deseo una feliz tarde , besos de flor.
Hola, Flor!!! Sí, la madre sospechaba solo de su infidelidad y qué bien le viene contratar a la detective!!! Que pases un buen fin de semana. Muchas gracias por tu comentario y un abrazo!!!
EliminarParecía algo tan trivial como la infidelidad y resultó que era un proxeneta. Esa mujer rubia tan bella era menos una amante que una potencial víctima de alguien que no parecía dispuesto a aceptar un no.
ResponderEliminarUna detective tan brillante como el relato.
Un abrazo.
Cuánto te agradezco tus palabras!!! Muchas gracias y un abrazo!!!
EliminarHol, Cristina. Interesante giro de guión el que nos ofreces. ¿Quién lo iba a pensar?
ResponderEliminarBuen trabajo el de la detective Salazar y muy buen trabajo el tuyo. Un relato sin fisuras alguna que se lee del tirón, disfrutando de cada uno de los párrafos. Enhorabuena.
Hola, Bruno!! Me alegro mucho de que te haya gustado. Muchas gracias!!!!
Eliminar¡Anda! ¡Y yo que sospechaba de la anciana...!
ResponderEliminarAlmudena, una detective eficaz y contundente y una historia de mayor proporción que una infidelidad.
Un abrazo, Cristina.
jajaja, al principio yo también sospeché de ella, pero me mostró su cara y vi que ella no podía ser la mala jajaja. Muchas gracias y un abrazo, Tara!!!
EliminarHola Cristina impensable ese final , mira tu a lo que se dedicaba el señor, que buen trabajo el de la detective, se enfrentó al proxeneta sin pensar en la consecuencias y le salió bien .
ResponderEliminarBuen relato, de lectura agradable y un final igual de agradable.
Un abrazo
Puri
Hola, Puri!! Te agradezco mucho tu comentario. Un abrazo!!!
EliminarAcabo de leer tu comentario en el blog de David donde le decías que te había resultado difícil este género, por ser la primera vez. Créeme que te ha quedado de maravilla. Está muy bien escrito y puntuado, lo que siempre es de agradecer, y ese final inesperado me ha encantado. ¡Enhorabuena! Creo que puedes gritar: ¡Reto conseguido!
ResponderEliminarUn beso.
Qué alegría me da lo que me dices!!! Sí que estaba un poco insegura, pero ahora te puedo asegurar que me siento muy orgullosa. Sigo tu consejo y grito: Reto conseguido!! jajaja. Muchas gracias, MJ, y un abrazo!!!!
EliminarUna trama oculta que al final se desvela. Un caso que cogió por los pelos cuando casi estaba a punto de cerrar el despacho. Mucha suerte en el concurso. Saludos.
ResponderEliminarMuchas gracias por tu comentario, Pedro!! Saludos!!
EliminarHola, Cristina. ¡Menuda historia! Me gusta cómo has hecho evolucionar el relato desde ese tono más amable del principio hacia la crudeza de un final muy sorprendente. Felicidades y mucha suerte.
ResponderEliminarHola, Marta!! Cuánto me alegra que te haya sorprendido el final. Muchas gracias y un abrazo!!
EliminarEse final no me lo esperaba, pero las madres muchs veces aciertan cuando sospechan que su hija no es feliz.
ResponderEliminarUn abrazo
Sí, las madres muchas veces tienen una intuición muy especial para esas cosas. Muchas gracias, Albada, y un abrazo!!
EliminarHola Cristina :) me ha gustado enhorabuena. Un saludo.
ResponderEliminarMuchas gracias Ainhoa!!! Saludos!!!
EliminarHola Cristina, me parece que te ha quedado un muy buen relato, lleno de acción y el caso resuelto de manera satisfactoria para todas las partes menos para el cerdo proxeneta. Creo que no es fácil escribir historias de detectives y la tuya está muy bien. Saludos.
ResponderEliminarHola, Ana!! Pienso lo mismo, creo que escribir historias de detectives es bastante complicado. Te agradezco mucho tus palabras. Saludos!!!
EliminarLo importante que pudieron cerrar el caso. Las suegras siempre son muy perpicaces, y un sexto sentido. Una perla para ti 😍💗 Saludos desde Venezuela. Raquel Peña
ResponderEliminarMuchas gracias, Raquel!! Me alegra mucho que te haya gustado. Saludos!!!
EliminarLo privado, aunque más caro, siempre es más eficaz que lo público.
ResponderEliminarCreo que depende, a veces lo privado no es tan bueno como aparenta. Aunque es verdad que en el caso del relato, la detective es muy eficaz :)
EliminarHola Cristina, me gustó tu historia, no es fácil para mi tampoco escribir historias de detectives, pero al final la hice y me entusiasmé, la tuya está muy buena, mucha suerte, PATRICIA F.
ResponderEliminarHola, Patricia!! Sí, eso mismo me ocurre a mí, que me costó escribir esta historia y ahora estoy entusiasmada jajaja. Sobre todo al leer comentarios como el tuyo. Muchas gracias!!
EliminarHola, Cristina. Un gusto leerte. Me da gusto también que la rubia haya tenido algún tipo de entrenamiento para soltar un golpe así y provocarle esa tos, de no haber sido por eso, la situación se habría tornado más negra. Un saludo.
ResponderEliminarHola, sí me gustó la idea de que tanto la detective como la mujer rubia formaran un equipo y entre las dos venciesen al malo. Muchas gracias y saludos!!
EliminarHola, Cristina. A esto se llama eficiencia. En una sola tarde ha conseguido resolver el caso y lo que es más importante desenmascarar a un delincuente y que la esposa se entere con quién se había casado. Te ha salido de lujo este relato. Un abrazo.
ResponderEliminarMuchas gracias, Isan!! Desde luego, no puedo negar que me gusta la detective Almudena Salazar. He de confesarte, que de todos mis relatos, creo que es el personaje que más vida propia ha cobrado. Un abrazo!!
EliminarPues casi bubiera sido mejor una infidelidad, no? Je, je. Las apariencias casi siempre engañan, y la suegra hizo bien, ellas suelen pensar mal y aciertan, aunque no de la manera que tenía pensado.
ResponderEliminarMuy buen planteamiento y llevado con destreza, Cristina. Me ha gustado mucho.
Un abrazo y mucha suerte!
Te agradezco mucho tus palabras, Pepe!! Es una alegría que te haya gustado el relato. Un abrazo!!
EliminarHola Cristina, no hay que dejarse llevar por las apariencias. La detective se ha dejado llevar, y le ha salido bien. Unas descripciones geniales. Muy cinematográfica en las escenas, pero el trasfondo bien podría ser una de tantas historias de la vida real. Un abrazo.
ResponderEliminarHola, Emerencia!! Qué alegría que te gusten las descripciones y que las escenas te parezcan cinematográficas. Muchas gracias y un abrazo!!
EliminarHola, Cristina. Tal vez fue la suegra a investigar porque la esposa conocía las actividades del marido. Esas son suegras! Muy bueno
ResponderEliminarUn abrazo
Hola, Mirna!! Bueno, podría ser ¿por qué no? Muchas gracias y un abrazo!!
EliminarHola, Cristina. Menudo pájaro el marido, en la jaula de barrotes de acero templado estará bien una buena temporada. Menos mal que tu detective no se arrugó, con la mano en el bolsillo acariciando el gatillo de su pequeña Berreta a un solo clic si la cosa se hubiera puesto fea (no sería el primer chulo al que mandara al hospital por sobrepeso de plomo). Saludos y suerte.
ResponderEliminarHola, JM!! Exactamente, a la detective no le tiembla el pulso a la hora de enfrentarse con el mal tipo. Es muy valiente!! Además, creo que es el personaje más independiente de todos los personajes que llevo imaginados hasta el día de hoy. Muchas gracias y saludos!!
EliminarLas suegras son muy intuitiva jajaja. Suerte en el Tintero de Oro. Una perla para ti desde Venezuela. Raquel Peña
ResponderEliminarSí, jajajaja. Muchas gracias por tu comentario, Raquel. Saludos!!!
EliminarUn verdadero sinvergüenza ese marido. Le has dado una vuelta de tuerca a la trama del infiel y me ha gustado mucho.
ResponderEliminarMuy bien contado, me gustó mucho tu relato.
Suerte en el Tintero.
Un saludo.
Cuánto te agradezco tus palabras, Cynthia!! Es un lujo tener comentarios como el tuyo. Muchas gracias y un saludo!!
EliminarHola Cristina. Quien iba a pensar que Adolfo escondía ese secreto, Alicia tenía razones para sospechar, aunque el resultado de sus sospechas arrojase un desenlace inesperado. Un relato ameno que fluye con soltura y claridad. Buen trabajo el de la detective Salazar, que arriesgó su vida con valentía. Saludos.
ResponderEliminarHola, Jorge!! Me alegro que te haya gustado mi relato. Muchas gracias por tu comentario y un abrazo!! :)
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