El pincel mágico
Había una vez un pintor a quien le gustaba ir a pintar al bosque. Se llevaba el lienzo, el caballete y los materiales para retratar animales, plantas y bellos paisajes. Lo peculiar era que tan solo utilizaba un pincel con el que conseguía todos los trazos, desde los más gruesos hasta los más finos. Además, los colores se mezclaban solo si el pintor así lo deseaba, por eso no necesitaba limpiarlo.
El secreto era que
se trataba de un pincel mágico que un duende le regaló. Sucedió un día en el
que Sebastián, que así se llamaba el pintor, encontró al duende apresado en una
trampa que algún cazador había colocado en un claro del bosque. El pintor liberó
al duende y este sintió tanto agradecimiento que le recompensó concediéndole un
deseo.
Sebastián le explicó
que buscaba la perfección en sus cuadros, y le pidió que le ayudase a crear
obras perfectas. Entonces el duende le regaló aquel pincel mágico diciéndole: “Con
este pincel pintarás cuadros absolutamente perfectos”.
Y así ocurrió. Sebastián
consiguió crear cuadros de una perfección absoluta. Sin embargo, era un hombre
muy pobre y su situación económica no solo no mejoró, sino que empeoró a partir
de entonces. El motivo era que no quería vender ni una sola de sus obras. Las
guardaba todas con gran celo y se extasiaba contemplándolas durante horas. Su
esposa, que vivía con él en una casita en el pueblo, le suplicó que fuese a la
ciudad a venderlos, porque necesitaban dinero urgentemente, pero él se negó.
Pasaron tanta
hambre que la mujer pensó que tenía que hacer algo, que no podían seguir así. Ella
se dio cuenta de que los últimos cuadros que había pintado su marido eran muy diferentes
a los que solía pintar antes. Algo había cambiado y por eso se le ocurrió la
idea de seguir a Sebastián cuando partió hacia el bosque.
El hombre empezó
a pintar y su mujer lo observó con atención, sin que él se diese cuenta. Al
cabo de un rato, se fijó en que en ningún momento cambiaba de pincel. Todo lo
pintaba con el mismo pincel, los trazos más gruesos y los más finos. Ni
siquiera lo limpiaba.
Sin duda aquel
pincel era muy especial y la mujer se preguntó cuánto podría valer. Así que, por
la noche, cuando su marido dormía, buscó entre sus cosas hasta que encontró el
pincel. En cuanto amaneció se dirigió a la ciudad para venderlo.
Acudió a varias
tiendas y en ninguna quisieron comprárselo. Hasta que, en una de ellas, resultó
que el dueño era aficionado a la pintura y en cuanto ella le mostró el pincel,
el hombre lo cogió y pintó con él sobre un lienzo que tenía allí mismo. «¡Qué perfección!» dijo eufórico e inmediatamente le entregó
a la mujer una considerable suma de dinero a cambio del pincel mágico. Ella se quedó
a vivir en la ciudad y no regresó con su marido nunca más.
Cuando Sebastián descubrió
que su esposa se había marchado y que su pincel había desaparecido se sumergió
en la tristeza más profunda. Pensó que ya nunca volvería a pintar cuadros
perfectos y esto le generó una gran desazón.
El hombre,
desesperado, cogió los diez cuadros que había pintado con el pincel mágico y se
marchó a la ciudad para intentar venderlos. Tenía la esperanza de que con el
dinero que obtuviese quizás pudiese recuperar su preciado pincel. Lo que no
esperaba el pintor es que aparecería un mecenas. Este se comprometió a vender
aquellos diez maravillosos cuadros y le encargó que pintase uno más: el retrato
de una persona.
El pintor, que no
era amigo de las mentiras, le confesó al mecenas que para pintar esos cuadros
tan perfectos había utilizado un pincel mágico y que sin ese pincel no era más
que un pintor mediocre.
El mecenas, sin
embargo, le encargó que igualmente pintase el retrato y que juzgaría por sí
mismo si era un pintor mediocre o no. Le indicó la dirección dónde vivía y le rogó
que le visitase cuanto antes con el retrato terminado.
Sebastián retrató
a una niña de unos seis años y después fue con el cuadro a ver al mecenas. En
cuanto el mecenas contempló aquel retrato le dijo:
―De todas
las obras que me has mostrado esta es la mejor.
Sebastián
asombrado balbuceó:
―Pero… pero
no es posible… No se acerca ni un poco a la perfección de los demás cuadros.
Entonces el
mecenas replicó:
―En el
arte, la verdadera perfección es la sensibilidad, el sentimiento, la pasión que
se plasma en la obra. Y tú lo has conseguido con este retrato, amigo mío. Mira
los ojos de la niña, la ternura y la inocencia que transmiten. De todas tus
obras esta es la que primero venderé. Créeme eres un gran pintor.
Pasados unos
días, el mecenas le dijo a Sebastián que tal y como había vaticinado, el primer
cuadro que se vendió fue el retrato de la niña y después todos los demás. A
partir de entonces Sebastián comenzó a pintar con entusiasmo y nunca más se
volvió a obsesionar con la perfección.
Moraleja: "La auténtica obra de arte no es más que una sombra de la perfección divina". (Miguel Ángel Buonarroti)
¡¡¡ATENCIÓN!!!: Este relato ha quedado en el décimo puesto del concurso de El Tintero de Oro. Podéis hacer clic aquí para ver la mención honorífica que he recibido. ¡¡¡Muchas gracias!!! 😀🥰
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¡¡¡RETO!!! Os animo a participar en el concurso propuesto por M.A. Álvarez en El Tintero de Oro. Las bases de participación son:
Tema: Escribir un cuento de hadas, con ambientación medieval o barroca y grotesca, cuyo/a protagonista deba enfrentarse a una situación difícil y desemboque toda la trama en una moraleja final.
Extensión: Máximo 900 palabras.
Plazo: Del 1 al 15 de abril de 2023.
Participación: Abierta a todo el mundo. Eso sí, deberéis contar con un blog donde publicarlo y añadir el enlace en los comentarios de esta entrada. No pueden participar en esta edición los tres ganadores de la pasada edición; M.A. Álvarez, como organizadora de esta edición y David Rubio, como receptor exclusivo de los votos.
Muchas gracias, Cristina, por participar con este cuento en el homenaje a Basile y el Pentamerón. Un abrazo y ¡suerte!
ResponderEliminarMuchas gracias, M.A. por tu propuesta de escritura y tu comentario. Un abrazo!!
EliminarUn cuento precioso, Cristina, con una enseñanza muy positiva y muy agradable de leer.
ResponderEliminarMe alegra que te haya gustado, Marta. Muchas gracias y un abrazo!!
EliminarHola Cristina, que tierno el cuento del pintor y sus pinceles, y que moraleja tan acertada.
ResponderEliminarUn abrazo
Puri
Hola, Puri!! Qué bien que te haya parecido tierno y que te haya gustado la moraleja :) Muchas gracias por tu comentario y un abrazo!!
Eliminar¡Hola, Cristina! Un cuento muy bonito, la verdad. Nos hace pensar en que a veces tenemos equivocados la escala de valores. Que lo que para uno es lo mejor puede no serlo para otros. A no tener miedo a salir de nuestra zona de confort. La mujer al robarle, le hizo el mayor favor de su vida. ¿No? Suerte en el concurso.
ResponderEliminarSaludos
Hola, Jose!! me gusta mucho la reflexión a la que te ha llevado el cuento. Como bien dices la clave está en salir de nuestra zona de confort. Parece que fuera de esta zona todo se tambalea cuando en realidad, quizás, al salir sea cuando descubramos todo nuestro potencial. Pienso como tú, que, sin saberlo, la mujer le hace un gran favor al llevarse el pincel. Muchas gracias y saludos!!
EliminarMe ha gustado mucho tu cuento y muy acertada la moraleja, que comparto completamente! En el arte como en ninguna cosa en la vida es inútil perseguir la perfección. Lo que hace "perfectas" las cosas son sus "imperfecciones" que las hacen únicas. Un abrazo y mucha suerte!
ResponderEliminarMe alegra que te haya gustado, Marifelita. Así pienso yo también, son las imperfecciones las que hacen únicas a las cosas. Muchas gracias por tu comentario y un abrazo!!
EliminarEl pintor tenía que creer menos en magias y más en sí mismo, porque no era el pincel, no, era la mano. ¿Cuántas veces caemos en este error al atribuir nuestros aciertos y errores a causas ajenas a aquello que nosotros mismos supimos (o no supimos) hacer? Una sabia lección.
ResponderEliminarUn abrazo.
Exacto, isra!! Estoy totalmente de acuerdo contigo. Tenemos que aprender a dejar de buscar causas ajenas y felicitarnos por los aciertos y responsabilizarnos de los errores que nos corresponden. Muchas gracias por tu comentario y un abrazo!!
EliminarQue un pintor se obsesione con la perfección no está mal, puede ser una motivación. Incluso puede ser el origen de estilos como el hiperrealismo. Tal vez el don estaba más en el talento, que el pincel.
ResponderEliminarNo se cuenta que el pincel mágico haya convertido a su nuevo portador en alguien destacado en la pintura.
Un abrazo.
Hola, Demiurgo!! Lo que quería reflejar con esta historia es lo negativo que es obsesionarse con la perfección en el arte. Desde luego, que buscar la perfección no es malo y es lo que hace crecer a un artista, pero otra cosa es que subestime sus obras porque no sean tan perfectas como desea, que es lo que le ocurre a Sebastián. Así es el don estaba en la sensibilidad del artista más que en la magia del pincel. Muchas gracias por tu comentario y un abrazo!!
EliminarHola Cristina una historia que hace pensar y que sin duda nos enseña mucho. Mucha suerte. Un abrazo.
ResponderEliminarHola, Ainhoa!! Me alegra que esta historia haga pensar. Muchas gracias por tu comentario y un abrazo!!
EliminarSi, creo que cuando un pintor toma el pincel hace MAGIA. Aquellos que no sabemos pintar, tomamos un pincel aunque sea magico y NADA sale.
ResponderEliminarEste pintor tenia el DON, era el mismo el que podia pintar bellos cuadros.
Que cuento mas bello que nos pone a reflexionar!!
Así es, Sebastián tiene un don para pintar y lo infravalora al obsesionarse con alcanzar la perfección. Me alegra que este cuento haga reflexionar :) Muchas gracias, Jose, por tu comentario!!
EliminarUn muy bonito cuento con una gran moraleja. Me alegra que al final el pintor haya obtenido más confianza en sí mismo. Saludos y suerte en el Tintero.
ResponderEliminarSí, justamente es lo que le faltaba al pintor: confianza en sí mismo. Muchas gracias por tu comentario, Ana, y saludos!!
EliminarUn precioso relato. La perfección puede acarrear grandes confusiones como pasó al protagonista. Te aplaudo. Un abrazo
ResponderEliminarTe agradezco mucho tus palabras, Nuria. Un abrazo!!
EliminarMuy buena reflexión y excelente historia. Nunca es el instrumento, siempre es la mano que lo usa. Nunca es la palabra, siempre es quien la dice y para qué. Precioso. Un abrazo
ResponderEliminarSabias palabras las que has escrito, Juana!! Estoy totalmente de acuerdo contigo. Muchas gracias por tu comentario y un abrazo!!
Eliminar¡Hola, Cristina! Así que un pincel mágico… en el fondo la magia la tenía Sebastián en sí mismo, aunque el pincel fuera una herramienta genial. La perfección, y en todos los ámbitos de la vida, además de un imposible puede resultar un lastre.
ResponderEliminarBuen cuento y buena moraleja, Cristina.
Hola, Tara!! Pienso exactamente como tú. Creo que la auténtica magia está dentro de cada persona y que pretender realizar algo con perfección puede desmotivar e impedir disfrutar de lo que se está haciendo. Solo hay que ver a los niños como se lanzan a hacer las cosas sin importarles para nada la perfección y cómo disfrutan. Así deberíamos continuar siendo los adultos. Muchas gracias y un abrazo!!
EliminarRedondo. Lo has bordado, se lee de corrido hasta la sonrisa final. Parece que tengas el don de contar cuentos. Me ha encantado.
ResponderEliminarUn abrazo
Te agradezco mucho tus palabras, Volarela. Un abrazo!!
EliminarQué hermoso cuento Cristina, me gustó mucho tu historia, todo lo que se hace con pasión sale perfecto, sin dudas.
ResponderEliminarUn placer leerlo, saludo.
PATRICIA F.
Me alegro mucho de que te haya gustado, Patricia. Muchas gracias por tu comentario y un abrazo!!
EliminarHola Cristina. Tu relato nos habla acerca de la confianza en uno mismo, de la perseverancia en aprender y mejorar, y de la fuerza que tiene la sensibilidad que todos llevamos dentro. El pintor fue grande cuando supo reflejar en sus cuadros todo su universo interior, sin necesidad de pinceles mágicos ni artificios de ningún tipo. La magia del pincel residía más en su portador que en el mismo objeto. Seguramente la mujer que lo abandonó no supo ver eso y por tanto no disfrutará tampoco de su éxito. Un abrazo.
ResponderEliminarHola, Jorge!! Estoy totalmente de acuerdo contigo. La sensibilidad y la magia están dentro de cada persona. De eso es justo de lo que quería hablar en el cuento, de la importancia de tener confianza en nosotros mismos y hacer las cosas lo mejor que podamos pero sin decepcionarnos porque el resultado no sea perfecto. Muchas gracias por tu comentario y un abrazo!!
EliminarEstupendo relato, Cristina. A veces nos obsesionamos tanto con la perfección que llegamos a perder la naturalidad, que la verdadera esencia de la genialidad.
ResponderEliminarMucha suerte en el concurso.
Un fuerte abrazo.
Exacto, Estrella. La naturalidad es mucho más importante y nunca hay que perderla. Muchas gracias por tu comentario y un fuerte abrazo!!
EliminarHola, Cristina. La perfección es una quimera imposible de alcanzar. Lo que hacemos en esta vida tiene que tener todo nuestro esfuerzo y buen hacer. Ese es el camino a seguir.
ResponderEliminarUn relato fenomenal. Felicidades.
Hola, Bruno!! Así lo veo yo también. El camino no debe ser alcanzar la perfección sino poner todo de nuestra parte para hacer las cosas lo mejor que podamos. Muchas gracias por tus palabras!!
Eliminareste es el relato, de los que he leido hasta ahora, que mas apunta al tema de la moraleja. es un canto al amor propio, y a como las circunstancias nos despistan de lo qu erealmente importa. ademas es un cuanto sin apenas serees sobrenaturales, (bueno sale el duende), pero si no es por las pinceladas que da el comprador y el dinero que paga, podriamos pensar que el duende era imaginacion del pintor.
ResponderEliminarme ha gustado mucho
abrazo
Eso es exactamente lo que le pasa a Sebastián, que no valora su obra lo suficiente y se despista buscando la perfección sin darse cuenta de que lo que realmente importa es su amor a la pintura y su talento. Te agradezco mucho el comentario, Gabiliante. Un abrazo!!
EliminarTu cuento me recuerda la Biografía de Arthur Rubinstein, el célebre pianista (Pol 1887- EEUU 1982) que decía que el nunca logró la perfección técnica como otros colegas, pero que tocaba con el corazón, con el alma, con pasión. De ahí que sus salas siempre estuvieran con el máximo aforo y tuviera que repetir varios Bis. Eso es lo que importa y hace que una obra de arte emocione. Este pintor lo sabrá después de la practicidad de su mujer tan prosaica, que no dudó en vender y hacer dinero del pincel mágico del artista. LO que parece una tragedia, se volvió a favor de la autenticidad y arte del pintor. Muchas gracias, suerte y un abrazo.
ResponderEliminarNo conocía la biografía de Arthur Rubinstein. Es maravilloso lo que dices porque da veracidad al mensaje que pretendo transmitir con este cuento. Me gusta la música clásica y mientras te escribo estoy escuchando a Rubinstein tocando Chopin - Piano Concerto No 2 en Fa menor y es impresionante. A partir de ahora le escucharé muchas más veces ;) Te agradezco mucho tu enriquecedor comentario Myriam. Un fuerte abrazo!!
EliminarUn cuento que es toda una aventura. Me ha gustado mucho la moraleja de tu cuento. Debemos creer más en nosotros mismos y ser perseverantes , pero sin buscar ser perfectos porque qué aburrida seria entonces la vida. Mucha suerte en el concurso, Cristina.
ResponderEliminarUn abrazo.
Cuánta razón tienes, Pedro: "creer en nosotros mismos y ser perseverantes" eso es lo que necesitamos para que surja la magia. Muchas gracias por tus palabras y un abrazo!!
EliminarUn cuento maravilloso porque llega al que lo lee con esa autenticidad del pintor que crea sus obras sin la magia del pincel, pero sí con emoción y sentimientos, con corazón. Me ha atrapado de principio a fin.
ResponderEliminarFelicidades, Cristina y suerte en el tintero.
Me alegra que te haya gustado, María Pilar. Muchas gracias por tus palabras y un fuerte abrazo!!
EliminarHermosa moraleja, sobre todo para nosotros que pretendemos crear. Muy bien narrada la historia.
ResponderEliminarUn abrazo
Qué alegría que te haya gustado, Mirna. Muchas gracias y un abrazo!!
EliminarHola, Cristina. Tu cuento me ha parecido encantador y su trama muy original. Ha capturado mi interés desde el principio. Además la escritura me pareció fluida. Mucha suerte en el concurso. Un saludo.
ResponderEliminarHola, Cynthia!! Me alegro mucho de que te haya gustado. Muchas gracias por tu comentario y un abrazo!!
EliminarEs que, mi querida amiga, la perfección nunca ha sido lo más importante en el arte. Si no hay corazón de nada vale la perfección. ¡Caramba! Parece que sigo poseída por Basile...
ResponderEliminarUn cuento muy bien enfocado a un grupo de 'creadores' como este. Te ha quedado bárbaro.
Un abrazo y suerte en el concurso!
Exacto, si solo buscamos perfección olvidaremos o descuidaremos otras cosas tan importantes como el corazón. Jajaja, sí aunque el cuento trate de un pintor, la moraleja se puede extender a todos los "creadores" como tú bien dices. Muchas gracias, MJ y un abrazo!!
EliminarOriginal relato, Cristina, con una buena enseñanza detrás.Me gusta mucho la idea de que el pincel mágico no fuera para tanto. Estupendo relato. Un abrazo.
ResponderEliminarMe alegra que te haya gustado, Lola. Muchas gracias por tu comentario y un abrazo!!
Eliminar¡Hola Cristina! Un cuento precioso en el que se manifiesta que lo más importante, por encima de la perfección, es la pasión que le ponemos a lo que hacemos. Está muy bien escrito y ofrece una lectura muy agradable que nos hace meternos de inmediato en la historia. Un saludo y suerte.
ResponderEliminarHola, Rocío!! Así lo veo yo también: "pasión por encima de la perfección". Qué alegría que te haya gustado. Muchas gracias por tus palabras y un saludo!!
EliminarHola Cristina, un cuento muy ameno de leer, con una moraleja preciosa, muy buena aportación. Mucha suerte. Un saludo
ResponderEliminarHola, Lulita!! Me alegro de que te haya gustado. Muchas gracias por tu comentario y un saludo!!
EliminarUn precioso cuento, Cristina, con una perfecta moraleja del genio Miguel Angel. La perfección ¡Qué aburrimiento! Tocar el corazón, pintando con el alma, con la pasión, he aquí la forma de lograrlo. Un saludo.
ResponderEliminarCuánta razón tienes, Trujamán: Una obra de arte es justamente eso, conseguir tocar el corazón del público por medio del alma y la pasión. Te agradezco mucho tus palabras. Un saludo!!
EliminarLo perfecto difiere mucho de lo bello. Mismamente los humanos somos ejemplos de imperfección y aún así somos capaces de enamorarnos a pesar de ello.
ResponderEliminarMuy bonito tu cuento.
Tu comentario me ha recordado un artículo que hablaba de que las asimetrías en el rostro hacen a las personas más atractivas. Así que ya lo creo que tienes razón, Francisco. Muchas gracias y un abrazo!!
EliminarHola Cristina, tu cuento es genial. Ese pincel mágico trae consigo un gran mensaje: la perfección no existe. Hay un estilo particular, un sello propio aunque se pinte hiperrealismo. Un abazote
ResponderEliminarHola, Emerencia!! Como bien dices siempre hay un estilo, un sello propio en las obras artísticas que es precisamente lo que las embellece y diferencia. Muchas gracias y un abrazo!!
EliminarNo solo pasa con la pintura, sino con cualquier arte, en donde nos dejamos llevar por lo que vemos, sin prejuicios y falsas creencias, dibujando tal cual matices, está la verdadera esencia. Bello mensaje. Abrazos virtuales desde Venezuela.
ResponderEliminarCuánta razón tienes, Raquel. Muchas gracias por tu comentario y un abrazo!!
EliminarHola, Cristina. Buena historia esta tuya donde pones a cada uno de los personajes en su sitio. La perfección está en plasmar el Alma de las cosas y eso solo es posible cuando los trazos reflejan más aquello que a simple vista no se ve.
ResponderEliminarSaludos y suerte.
Hola, JM!! Qué preciosas palabras y que cierto lo que dices: "la perfección está en plasmar el Alma de las cosas", que como bien dices es aquello que a simple vista no se ve. Te agradezco mucho el comentario. Saludos!!
EliminarHola, Cristina, qué gran verdad. La perfección no existe, solo tratando de acercarnos a ella podemos hacer arte.
ResponderEliminarMuy buen relato, el aspecto de los pintores da para mucho juego.
Un abrazo!
Hola, Pepe!! Exacto, en el arte hay que tratar de acercarse a la perfección pero no obsesionarse con alcanzarla. Me alegra que te haya gustado el relato. Muchas gracias y un abrazo!!
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ResponderEliminarEnhorabuena Cristina por la mención en Tintero de tu mágico cuento. Un abrazo.
Muchas gracias, Tara!!!! 🥰
EliminarHola Cristina, felicidades por ese décimo puesto en el Tintero de Oro. Un abrazo.
ResponderEliminarMuchas gracias, Jorge!!! 🥰
EliminarCongrats, Cristina. 🥂👍
ResponderEliminarMuchas gracias, JM!! 🥰
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