La verdad

Llevo mucho tiempo trabajando como espía, casi veinte años. Acato cada orden, sin cuestionar nada. En esta ocasión tengo que ir a por un hacker informático que tiene en su poder un archivo comprometedor para el Gobierno.

Mi misión: hacerme con el archivo y matar al hacker. Pero este hombre llamado Sinclair, no es un tipo cualquiera. Se trata de alguien que siempre logra infiltrarse en los sistemas, robar la información que desea y desaparecer sin dejar rastro. Esta vez ha conseguido robar un archivo ultrasecreto del que no se pueden hacer copias.  

Sin embargo, al fin le han logrado localizar. Se hospeda en la habitación 301 del Reingle, el hotel más lujoso de la ciudad y, además, han averiguado que solicitó el servicio de una prostituta, a la que voy a sustituir.

Cuando abre la puerta de su habitación, veo a un hombre de baja estatura, con el cabello alborotado y notablemente nervioso. Los cristales de sus gafas están empañados. Se trata de Sinclair, pero presiento que algo va mal, muy mal.

Se echa hacia un lado para que pueda pasar. Sobre el escritorio hay un portátil. Me dispongo a quitarme la gabardina cuando me dice:

―Espere. Sé a qué ha venido.

Me quedo helada. En el interior de las botas llevo mi Ruger LCP negra. Me inclino rápidamente para cogerla, pero Sinclair me da la espalda y se sienta en una silla frente al portátil.

―Siempre voy por delante del Servicio Secreto. Sé quién es usted, Lilian Walker. Sabía que vendría, es su mejor agente.

Estoy impresionada. Ya tengo mi arma entre las manos y le apunto a la cabeza. Pero él no se gira en ningún momento.  

―¿Dónde está el archivo? ―le pregunto con voz amenazadora. En los ojos llevo unas lentillas inteligentes con las que el equipo del Servicio Secreto puede ver y oír todo lo que yo veo y oigo.

―Aquí ―me responde. 

A continuación pulsa la tecla intro del portátil y comienza a reproducirse un vídeo en el que aparecen unos científicos alrededor de un extraterrestre al que tienen atado a una cama. Veo sus dos grandes ojos negros llenos de terror.

―¿Ese es el archivo que le robó al Gobierno? ―le pregunto con frialdad. Sinclair se gira y me mira tembloroso. Tiene la frente perlada de sudor.

―Sí, es la prueba de que han encontrado vida en otro planeta y ahora están experimentando con esa pobre criatura. ¡Por favor, sálvela! ―me suplica.

―Esa no es mi misión ―replico impasible y le lanzo un pequeño dispositivo.

―Ahora guarde el archivo ahí ―le ordeno. 

Se trata de una memoria verificadora. Sinclair la conecta en el puerto USB del portátil y tras unos instantes se ilumina de color verde. Sí, ese es el archivo que busco y ya está guardado correctamente en el dispositivo. Ahora solo tengo que disparar. Pero algo me detiene. ¡Maldita sea! ¿Qué me pasa?

El aire mueve la cortina de la ventana abierta y veo a un francotirador enfrente. Me abalanzo sobre Sinclair haciéndole caer al suelo y la bala impacta contra la pared.

―¡Rápido! Llévese este dispositivo a la habitación 310. ¡Por favor! ―me exhorta él entregándome una tarjeta de acceso.

Cojo el dispositivo y salgo de la habitación con el corazón latiéndome deprisa. Me quito las lentillas y las tiro. Un hombre corpulento se acerca por el pasillo. Sé que es un sicario, es de los míos. Mejor dicho: era de los míos.  Antes de que le dé tiempo a reaccionar le disparo y cae desplomado sobre el suelo.

Tengo que tomar una decisión y rápido. Me dirijo a la habitación 310. Puede que todo sea una trampa. Respiro hondo antes de abrir con la tarjeta de acceso. Entro y cierro la puerta tras de mí. Dos hombres y una mujer me miran fríamente. Son agentes secretos. Uno de ellos me apunta con su arma y el otro me arrebata el dispositivo. Se lo entrega a la mujer, quien, tras conectarlo a su tableta, grita:

―¡Mierda, no está aquí! ¡No le maten! Repito: ¡No le maten y tráiganlo aquí inmediatamente! 

Instantes después, alguien llama a la puerta. Uno de los hombres abre. Entra otro sicario con Sinclair cogido por el brazo.

―¿Dónde está el archivo? ―le pregunta la mujer con dureza.  

Sinclair sonríe a pesar de que tiembla asustado y le responde:

―El archivo nunca ha llegado a estar en ese dispositivo, les engañé. Lo tengo almacenado en una nube virtual a la que no podrán acceder. Ahora mismo el vídeo está siendo difundido a nivel mundial. Ubicarme aquí en este hotel de lujo, alquilar dos habitaciones y contratar a una prostituta solo han sido distracciones para que vinieran a por mí. Desde que han entrado en este hotel, todos ustedes están siendo grabados por drones y dichas grabaciones se reproducirán automáticamente después del video para demostrar su autenticidad. Revelar la verdad era mi objetivo y lo he conseguido.  

Sinclair comienza a reírse con una risa nerviosa. Mientras, los agentes miran atónitos el video difundido por Internet en sus móviles. Es el mismo video que minutos antes me ha mostrado a mí. Una diminuta arañita corretea por la pared, sin duda es uno de sus drones. Una vez más, este hombre ha engañado a los principales cerebros de todo el país. «Buena jugada, Sinclair», pienso y, aunque yo también he caído en su trampa, no puedo evitar sonreír.

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¡¡¡RETO!!! Os animo a participar en el concurso propuesto por Bruno en El Tintero de Oro. Las bases de participación son:

Tema: Escribir un relato de espías.

Extensión: Máximo 900 palabras.

Plazo: Del 1 al 15 de junio de 2023.

Participación: Abierta a todo el mundo. Deberéis contar con un blog donde publicarlo y añadir el enlace en los comentarios de esta entrada. Los únicos que no pueden participar en esta edición son los tres ganadores del pasado concurso.

Votación: Los autores participantes deberán votar siete relatos otorgando siete puntos al que más os guste; seis, al segundo; y así sucesivamente. Se enviarán por correo electrónico a eltinterodeoro@hotmail.com del 16 al 25 de junio. No enviar los votos supondrá la descalificación del relato.

Premios: El 30 de junio se celebrará la Gala de Premios. Los tres primeros relatos recibirán un diploma digital acreditativo del mismo.