Poderosas Palabras

Carmen siempre hablaba mucho y no solía pensar demasiado lo que decía. Esto, muchas veces les traía consecuencias negativas a ella y a los demás. Esta última vez, fue su amiga Raquel a quien hizo sentir mal y ofendida. Y es que Raquel le estaba mostrando a Carmen sus últimas ilustraciones cuando esta le espetó sin reparos:

―¿Y por qué no haces mejor algo útil? Pierdes mucho el tiempo con tonterías que no te van a dar dinero.

Apresuradamente Raquel guardó las ilustraciones en su bolso, se puso en pie y, sin decir nada más, se fue. Carmen caminó tras ella pidiéndole perdón y suplicándole que no se enfadase, pero Raquel no le prestó atención y caminó lo más rápido que pudo para alejarse de ella.

Carmen dejó de seguirla y opinó que Raquel no tenía que haberse enfadado tanto, que tan poco era tan grave lo que le había dicho. Tan solo había sido sincera, y no había nada de malo en ser sincera. Lo más importante de todo era que no había pretendido hacer daño a su amiga con sus palabras.

Pasadas unas horas Carmen, no podía dejar de darle vueltas al asunto y se convenció de que la que se había comportado inapropiadamente había sido Raquel. Sin embargo, lo que más deseaba era hacer las paces con ella, así que, aunque no estaba arrepentida, le escribió un WhatsApp para volver a pedirle perdón y Raquel le contestó así:

Las palabras pueden ser dardos venenosos lanzados para herir o mariposas de colores que vuelan para sanar, tú y solo tú eliges que tipo de palabras salen de tu boca”.

Carmen se sorprendió al leer la respuesta de su amiga y recapacitó: <Quizás deba prestar más atención a las cosas que digo. No tenía que haberle hablado así, y más sabiendo lo mucho que le gusta a Raquel dibujar. Le he hecho daño porque la ilustración es lo que más le apasiona, más que ninguna otra cosa>>.  

Carmen temía por el futuro de su amiga, porque no tenía trabajo y dedicaba muchas horas al dibujo. Pero dibujar siempre había sido su gran pasión. Por eso, Carmen reconoció que no se había portado bien con su amiga hablándole como le habló. <<No quería que fuesen dardos venenosos, pero sí que lo han sido. Digo lo que pienso sin prestar atención a los sentimientos de los demás>>.

Entonces Carmen escribió el siguiente mensaje:

Tienes razón Raquel te lancé un dardo que te ha hecho daño. Perdóname por favor. Voy a dejar de decir lo primero que me viene a la cabeza y respetaré lo que haces sin juzgarte. ¿Nos vemos mañana?

Raquel le contestó afirmativamente. Al día siguiente, cuando se volvieron a ver, Carmen escuchó a su amiga más de lo que solía hacer y dejó de dar voz a los dardos que iban apareciendo en su mente. En su lugar dejó volar a las mariposas de colores hasta los oídos de Raquel y las dos amigas se sintieron muy contentas conversando. 

A partir de ese día, Carmen decidió escuchar más y hablar menos y prestar toda su atención a las palabras que empleaba cuando hablaba con los demás. <<Las palabras tienen mucho poder, porque pueden hacer mucho bien pero también mucho mal. Así que, hay que saber elegirlas para hacer siempre el bien>> se repetía a menudo para no olvidar la gran lección que su amiga Raquel le había enseñado.  

¡¡¡ RETO !!! para escribir este relato me he inspirado en el mensaje Pon consciencia en tus palabras de Francisco Gallardo Perogi. Es un blog precioso, lleno de palabras e imágenes que iluminan el camino. 

Os invito a buscar en su blog Abrazos para tu Alma un mensaje que os guste y escribir un relato a partir de ese mensaje.

Comentarios

  1. Está claro que el ser humano, además de comer sin tener hambre y de beber sin tener sed, también habla sin tener nada que decir.

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