Amor por la lectura

Iba en el autobús, de pie, agarrada a una barra metálica. A mi lado, estaba un hombre con el pelo negro, no muy corto y algo alborotado. Iba leyendo un libro, parecía totalmente absorto en la lectura. Me pregunté cómo podría leer mientras el autobús se tambaleaba de un lado hacia otro frenéticamente. Iba agarrado a la misma barra que yo, con una sola mano, sin ningún otro punto de apoyo, y en la otra mano sostenía el libro. Era como si sus pies estuviesen pegados en el pavimento del autobús. En cambio, yo iba agarrada con las dos manos y, aun así, el autobús me zarandeaba de un lado para otro haciendo que mis pies bailasen torpe y compulsivamente. De pronto, alzó la cabeza y se quedó mirándome. Un audaz rayo de sol entró por la ventanilla iluminando sus risueños ojos castaños. Me ruboricé y aparté la mirada. Quise alejarme de él, para poder observarle sin que se diese cuenta, pero no podía. Había demasiadas personas a nuestro alrededor. Al cabo de un rato, le miré de soslayo y apreci...