El cuervo

La casa que tenía ante mí, y en la que me alojaría aquella misma tarde, era lúgubre y tenía los cristales de las ventanas rotos. Pero el panorama empeoró cuando vi al cuervo. Estaba apoyado sobre el tejado. El ave me miró fijamente, con tan solo un ojo del que salió un destello rojizo. Aquella mirada me estremeció. 

Acababa de llegar a aquel remoto pueblo después de responder a un anuncio del periódico. Yo me encontraba en la ciudad sin empleo y sin perspectivas de encontrarlo. Así que el anuncio captó mi atención. Se trataba de una vacante para trabajar como profesora en Orkside, pero no pude encontrar en ninguna parte información sobre el mismo. Ni siquiera aparecía en los mapas.

Aun así, respondí al anuncio. Al día siguiente me llamó la directora del colegio de Orkside y, tras indicarme cómo llegar, me dijo, con tono de voz sumamente amable, que el puesto incluía alojamiento. No me engañó. Me aclaró que se trataba de una casa abandonada desde hacía años y que necesitaba muchas reparaciones.

Sin embargo, no me la imaginaba así. Así no. No, con un cuervo mirándome con un único ojo de un modo que me helaba la sangre. No, no me lo esperaba. Deseé huir de allí, regresar a la ciudad. Pero algo en mi interior me retuvo. De pronto, quise desafiar a aquel cuervo, demostrarle que no le temía ni a él ni a nada.

Así que me acerqué a la entrada. Apenas hube cruzado el umbral de la puerta entreabierta, cuando un escalofrío recorrió mi espalda. Dentro hacía más frío que fuera y todo estaba cubierto de polvo y telarañas. En el centro del salón había unas escaleras que conducían a la planta de arriba. Empecé a subirlas despacio. Los escalones crujían bajo mis pies como si fueran a romperse de un momento a otro.

Mi temor iba ganando terreno. Cuando llegué arriba, había una habitación cerrada. Puse la mano sobre el pomo de la puerta y, con el presentimiento de que en aquella habitación había algo terrible, la abrí y un olor nauseabundo me provocó una arcada. Horrorizada, pude ver que sobre la cama había tres cuervos muertos y sobre ellos volaban muchas moscas.

Lo peor de todo es que al lado de los cadáveres, había una nota, me acerqué y leí lo que ponía en ella: “Esto es una advertencia. Váyase de aquí inmediatamente o le ocurrirá algo terrible”. En ese momento me pregunté quién habría escrito aquella nota y por qué.

Aunque mi instinto me decía que huyese de allí, continué revisando la casa y ya no encontré nada fuera de lo normal. Cogí una escoba para espantar al cuervo que continuaba descansando sobre el tejado. Moví la escoba cerca del pájaro, pero este me volvió a mirar fijamente con su único ojo, sin moverse ni un ápice. Recordé el mensaje que acaba de leer: «le ocurrirá algo terrible».

Me encerré en la casa aterrada. Deseé huir, pero ya estaba anocheciendo y no sabía hacia donde dirigirme. No tenía claro si sentía más miedo fuera que dentro de aquella casa. Y es que el pueblo era un lugar solitario, con muy pocos habitantes. El colegio estaba lejos, y cerca de la casa no vivía nadie más.

Me senté en una mecedora y lloré amargamente hasta que anocheció. Temblaba de frío y no quería cerrar los ojos. Oí un aleteo. Era el cuervo, había entrado por la ventana rota y se había posado sobre el respaldo de una silla, enfrente de mí.

Yo no tuve valor para espantarle. Su mirada me hizo recordar los tres cuervos muertos que estaban en la habitación y en la nota que decía: “le ocurrirá algo terrible”. Seguidamente el cuervo empezó a revolotear a mi alrededor y vi que su sombra se agrandaba y caía sobre mí.

El ave comenzó a emitir unos graznidos terribles y en ese momento sentí que me ahogaba. La vida se me escapaba y no había nada que yo pudiera hacer. Mientras luchaba en vano por respirar, el cuervo seguía revoloteando y graznando fuertemente a mi alrededor.

Tras unos instantes descubrí horrorizada que mi cuerpo estaba cubierto de plumas negras y que tenía un par de alas. Miré hacia la mecedora y vi mi cuerpo a través de mi único ojo. Alguien se había metido en él porque mi cuerpo tenía vida. Entonces sonó mi voz.

―Me gusta este cuerpo. No está nada mal. Y todo gracias a ti. Por fin soy humana otra vez. ¿Sabes? Yo también vine a trabajar aquí como profesora. Pero a los pocos días un cuervo me atacó. Yo me defendí clavándole un bolígrafo en el ojo, sin embargo, no sirvió de nada. El cuervo se apoderó de mi cuerpo y yo me quedé atrapada en el suyo. Antes de irse me dijo que la única posibilidad de ser humana de nuevo era que hiciese lo que él acababa de hacer conmigo. Aunque casi lo arruina todo la hechicera. Ella sospecha que esta casa está maldita y creyó que poniendo aquellos cuervos muertos y la nota salvaría a quien entrase aquí. Pero afortunadamente, se equivocó: Has sido muy valiente o muy tonta por quedarte.  

Y tras decir esto se rio, con una risa terrible. Yo grazné con todas mis fuerzas y pude apreciar que, de sus ojos, mis antiguos ojos, salió un destello rojizo que me hizo estremecer.

Extensión: 900 palabras. 

Elemento: el cuervo que aparece en el relato de Edgar Allan Poe: El Ángel de lo Singular.

¡¡¡RETO!!! Con este relato participo en el concurso de David Rubio, publicado en su blog el Tintero de Oro. Consiste en escribir Un relato de terror gótico que incluya un personaje, objeto o lugar de alguno de los relatos de Edgar Allan Poe. La extensión no podrá superar las 900 palabras. En la entrada en la que publiquéis el relato deberéis mencionar el elemento y el relato de Poe en el que salga. Para más información o para leer más relatos de terror góticos haz clic aquí.