Rechazada
Alana no le había hecho daño a nadie nunca. Sin embargo, sus largos colmillos afilados provocaban miedo y rechazo.
Ella era una vampira,
sí. No podía negarlo. Sin embargo, cuando fue transformada era ya adulta y decidió
emplear todas sus fuerzas para resistirse a beber sangre. Y aunque lo pasó muy
mal, sobre todo los primeros meses tras su transformación, lo consiguió.
Los otros
vampiros la instaban a que fuera como ellos, a que se alimentara de sangre
humana. Por eso comprendió que aquellos seres jamás serían sus amigos. Así que
decidió regresar con los humanos y tratar de integrarse entre ellos de nuevo.
Sin embargo, habían
transcurrido casi nueve años y, tras intentarlo una y otra vez, no lo había logrado
aún. Los humanos no la aceptaban, no le daban la oportunidad de conocerla, tan
solo se alejaban de ella en cuanto descubrían aquellos largos colmillos.
Alana, lloraba y
no sabía qué hacer. A veces sentía tanta rabia que su sed de sangre le incitaba
a desear clavarle los colmillos a todas esas personas que la rechazaban. Pero
enseguida hacía unas cuantas respiraciones pausadas hasta que se calmaba y se
sentía en paz.
No regresaría con
los vampiros. Jamás. Pero tampoco renunciaría a los humanos. Seguiría intentando
integrarse entre ellos. Sin embargo, no podía evitar preguntarse si estaría condenada
a estar siempre sola. «Quizás» se dijo una noche y suspiró con melancolía.
Se miró en el
espejo y abrió la boca. Sus largos colmillos afilados brillaban. «Tampoco son tan terribles» se dijo. Y en ese momento se le ocurrió
cambiar de táctica. En vez de mantener la boca cerrada continuamente por miedo
y vergüenza, mostraría sus colmillos con orgullo. Sonreiría sin miedo, con
autenticidad.
Al día siguiente,
puso en marcha su plan: sonrió en el autobús, en el supermercado, en la
biblioteca… allá donde iba mostraba sus colmillos. Pero las personas
reaccionaron igual que siempre: la miraban con estupor y se alejaban o
murmuraban entre ellas.
A pesar de que su
plan no parecía funcionar Alana, no se amilanó y, por la tarde, fue a pasear
por el parque. Se sentó bajo la sombra de un árbol y cerca de ella había una
madre jugando con su hija pequeña. En cuanto la vio, la niña caminó acercándose
despacio.
Alana le sonrió
espontáneamente y la niña al ver sus colmillos le preguntó:
―¿Son
de verdad?
Alana asintió y
al ver que la pequeña no se alejaba ni parecía asustada le preguntó:
―¿No te
dan miedo?
La niña frunció
el ceño y negó con la cabeza.
―¿Y por
qué no? ―le
preguntó Alana completamente asombrada.
―Porque
tú no quieres hacerme daño.
Entonces vino la
madre de la niña y Alana no pudo evitar que viera sus colmillos. La madre reaccionó
como todos los demás. Sin decir ni una palabra, cogió a su hija en brazos con
brusquedad y se apresuró en recoger sus cosas que estaban esparcidas por el
césped. La niña empezó a llorar.
―¡No
llores! ―le
gritó Alana―. ¡Me
has hecho muy feliz!
La niña contuvo
el llanto y le sonrió mientras se alejaba entre los brazos de su madre. En el
corazón de Alana brilló un rayo de esperanza.
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Aquí comparto un vídeo de un cortometraje animado precioso, que recordé al escribir este relato.
Respecto al relato, lo he escrito gracias al reto de escritura propuesto por Marta Navarro en El Tintero de Oro, en la modalidad fuera de concurso.
Podéis participar con una historia donde el tema sea algún tipo de injusticia social. La extensión no podrá superar las 900 palabras. Aquí tenéis más información ;)
Los niños debieran ser el bien más preciado del futuro, pero cuando dejan de serlo, de algún modo, ya los hemos contaminado con nuestros prejuicios ancestrales. Tenía entendido que los vampiros no se reflejan en los espejos porque no son seres de luz. Esta vampira es una avanzada.;)
ResponderEliminarTienes toda la razón, los niños no tienen los prejuicios de los adultos hasta que los aprenden de nosotros. Lo cierto es que no me di cuenta del detalle del espejo, pero bueno como tú dices, es una vampira avanzada jejeje. Muchas gracias por tu comentario!!
EliminarQue creatividad y empatía hay en el video.
ResponderEliminarMe gusta lo que escribiste. No todo los vampiros tienen que ser malvados.
Alana (que lindo nombre) era rechazada por los otros vampiros, que le exigián el clásico comportamiento. Y también por quienes seguían siendo humanos, que le temían.
Pero una pequeña le sonrío. Tal vez Alana sea tenga esperanzas de ser aceptada por nuevas generaciones. Y como vampira es longeva, lo vivirá.
Besos.
Sí, así es, la niña hace que Alana tenga esperanzas de ser aceptada por las nuevas generaciones. Eso es. Me alegra que te hayan gustado la historia y el vídeo. Te agradezco mucho el comentario, Demiurgo. Besos!!!
EliminarCuánto nos asusta la diferencia y qué poco nos ponemos en la piel del otro. Un relato con una enseñanza preciosa, Cristina. Gracias por aportarlo al Tintero.
ResponderEliminarGracias Marta, por el maravilloso reto de escritura que nos has propuesto para el mes de octubre y sin el que no habría escrito este relato. Y gracias también por leerlo y dejarme tu comentario. Un abrazo!!!
EliminarRizando el rizo , Cristina. Nos traes una vampira para reflejar las desigualdades y los prejuicios de la sociedad. Un personaje potente Alana. Te eché de menos en el concurso. Un abrazo!!
ResponderEliminarMe alegra que te haya gustado Alana. Tal y como dices, con ella he tratado de reflejar las desigualdades y prejuicios de la sociedad hacia quien es diferente. Y es que enseguida nos da miedo quien no creemos que es como nosotros, cuando la realidad es que en el fondo todas las personas somos distintas. No me dio tiempo a participar en el concurso, pero me hubiera gustado. Muchas gracias por tu comentario, Pedro y un abrazo!!
EliminarHola Cristina que hermoso relato lleno de esperanza. Mucha suerte. Un abrazo.
ResponderEliminarMuchas gracias, Ainhoa, por tu comentario. Un abrazo!!
EliminarQué bien retratas la mirada limpia de un niño. Estupendo recurso utilizar como personaje una vampira. Felicidades! Un abrazo
ResponderEliminarMe alegra que te haya gustado. Te agradezco mucho tu comentario. Un abrazo!!
EliminarHola, Cristina. Si es que los niños pequeños no suelen tener tantos prejuicios como los adultos, a no ser que se les inculque el odio al diferente.
ResponderEliminarAlana podría haber acudido a un dentista a que le limaran los colmillos, o hacer hematóloga y tendría las muestras de sangre en la nevera (es broma)
¡Pobre Alana!, y es que ser diferente tiene su precio.
Hola, Tara!! Sí, desgraciadamente los niños comienzan a tener prejuicios porque lo aprenden de los adultos. Pues fíjate que pensé en esa posibilidad, en que un dentista le limara los colmillos jajajaja. Pero al final no lo incluí en la historia, porque pensé que ningún dentista se hubiese atrevido y también porque, al ser una vampira, le hubieran vuelto a crecer los colmillos de forma irremediable. Muchas gracias por tu comentario y un abrazo!!
EliminarQué linda historia escribiste Cristina, me gustan las historias de vampiros buenos, muy bien contada, seguramente algún día Alana encontrará quién la quiera además de la pequeña del parque, saludos.
ResponderEliminarPATRICIA F.
Pienso al igual que tú, Patricia, que Alana encontrará a más personas que la aceptarán tal y como es. A mi también me gustan las historias de vampiros buenos :) Muchas gracias por tus palabras. Saludos!!
EliminarLo diferente siempre provoca recelo y miedo, y en consecuencia, suele marginar. Muy bien retratada esta situación. Enhorabuena! Un abrazo
ResponderEliminarlady_p
Me alegra que ter haya gustado esta historia, lady_p. Te agradezco mucho el comentario. Un abrazo!!
EliminarHola Cristina. El que es diferente siempre es carne de cañón para sufrir rechazo, somos así, nos asusta lo que es distinto. Son los niños los que conservan intacta la pureza de una visión sin prejuicios, hasta que se vuelven adultos. Hermoso relato. Un abrazo.
ResponderEliminarHola, Jorge!! Desgraciadamente es así, las personas tendemos a rechazar a quien nos parece diferente. Pero, en mi opinión en realidad todos somos distintos y, eso precisamente es lo más bonito de la vida. Muchas gracias por tus palabras y un abrazo!!
EliminarIba a decir lo de ligarse los colmillos pero ya lo ha dicho Isabel.
ResponderEliminarPara lo de la sangre creo que antiguamente se pagaba por las donaciones. La venta de sangre para alimentación en vez de para sanidad, igual está permitida.
"Morcilla de arroz de grupo A+" , para vampiros sibaritas.
Esa clarividencia infantil duda poco antes de corromperse, más lo de que "no quieres hacerme daño" que lo de que no le asusten los colmillos.
abrazoo
Jajajaja, sí yo también pensé en esa posibilidad de que se limara los colmillos, pero me di cuenta de que tampoco le solucionaría el problema. Tal y como le he comentado a Isabel, creo que los más probable es que no ningún dentista hubiese querido limarle los colmillos y que además, aunque lo hubiese conseguido, estos le hubiesen vuelto a crecer. Quiero creer que Alana será aceptada tal y como es. Muchas gracias por tu comentario, Gabiliante, y un abrazoo!!
EliminarUn cuento, precioso, Cristina. No hay como la inocencia de un niño. Un abrazo.
ResponderEliminarMuchas gracias, María Pilar!! Así lo veo yo también :) Un abrazo!!
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