La lengua de los otros

 

Imagen de Pexels en Pixabay

Caminábamos yo y los otros que estaban muy alejados de mí. En realidad, físicamente estaban cerca, pero hablaban otra lengua diferente, una que yo no entendía ni quería entender.

Y así era como en ese desierto lleno de gente, pero solitario para mí se me pasaba la vida, cada vez más hundida en la tristeza. Hasta que una mañana, nada más despertarme, bajo el sol abrasador, pensé que no podía seguir así. Me convencí de que debía esforzarme por comprender. Y así fue como empecé a aprender la lengua de los otros, a pesar de que ellos no mostraban ningún interés por aprender la mía.

Y aunque por el día hablaba, reía, bailaba, tocaba música con los demás y eso me hacía sentir bien; cuando llegaba la noche, lloraba porque me sentía terriblemente sola e incomprendida. Además, con el paso del tiempo, me di cuenta de que la lengua de los otros ya no escondía secretos para mí y se había vuelto tan mía, que había empezado a olvidar mi propia lengua, la que tanto amaba. Esto me produjo mucho miedo y dolor.

Por esta razón, pensé que lo mejor sería alejarme, si es que quería conservar mi esencia. Y cuando estaba preparando mis cosas para marcharme sin decir nada a nadie, se acercó uno de los niños, Marcos, y quiso saber si me iba y yo le respondí que sí. Entonces él me preguntó entre lágrimas:

¿Cómo aprenderé tu lengua si te marchas?

Me quedé perpleja, ¿de verdad él quería aprender? En ese momento se acercaron María y Tomás, los padres del chiquillo, y me rogaron que me quedase y que les enseñara a ellos tres mi lengua, que también querían aprender.

Y, sorprendentemente, pocos días después, todas las personas con las que había compartido tantos buenos momentos querían que les enseñase. Muy feliz les enseñé y a partir de entonces hablábamos unas veces en una lengua y otras veces en otra. Y comprendí que desde siempre todas las lenguas dicen lo mismo: no existe un “tú” y un “los otros”, tan solo existe un “nosotros”. 

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¡¡¡RETO!!! Con este relato participo en el reto de octubre de la Comunidad Literaria Alianzara. El reto consiste en escribir un relato corto inspirado en el título de un libro, una película o una canción. El título puede aparecer o no dentro del mismo, aunque el desafío es contar una historia original y propia, así que ¡deja volar tu imaginación! Tienes de plazo hasta el 31 de octubre.

Título escogido: La lengua de los otros, de José Ramón Ripoll (escritor, poeta, periodista y musicólogo español). Es un hermoso libro de poemas que actualmente estoy leyendo.  

Comentarios

  1. Hola Cristina, un relato precioso, sin duda el lenguaje es de las cosas más importantes que tenemos y también lo es la capacidad de aprender otras lenguas. En el aventurarnos a aprender otro idioma, tenemos el privilegio de "asomarnos" de una forma muy completa a una cultura diferente. Tu relato habla de fraternidad, de aprendizaje y de la esencia de cada persona que nunca debemos perder. También de dar importancia a los otros sin olvidarnos de nosotros mismos. Me encantó.

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    1. ¡Hola, Ana! Estoy muy de acuerdo en todo lo que dices. Me alegra mucho que te haya gustado esta historia. Quizás me equivoque, pero siento que es una de las mejores que he escrito :) Mil gracias por tus palabras, Ana. ¡Un fuerte abrazo!

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  2. Hola, Cristina. Me encantó tu relato. Es cercano y real. A algunos resulta sencillo aprender, mientras que a otros les cuesta un poco más. Saludos y sigue escribiendo.

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    1. ¡Hola, Vicente! Sí, es complicado aprender lenguas diferentes a la tuya, pero es sumamente enriquecedor. Me laegro de que te haya gustado y te agradezco mucho tu comentario. ¡Gracias por los ánimos! Seguiré escribiendo ;)

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