Katia
No había forma de subir las escaleras. Cada vez que Katia ponía un pie en el primer peldaño, este se difuminaba poco a poco y terminaba desapareciendo junto con el resto de escalones. Finalmente, se dio por vencida y se asomó por la ventana del salón para mirar a la resplandeciente luna. Le pareció que la miraba sonriente.
—Espera, no debes irte a dormir aún —le dijo la luna—. Pronto una estrella fugaz atravesará el cielo y si le pides un deseo, este se hará realidad.
Era la primera vez que la luna le hablaba, y le agradó mucho oír su dulce voz. Con la mirada fija en el firmamento, la niña comenzó a pensar qué era lo que más deseaba. Pero… ¡había tantas cosas que quería, que no sabía por cuál decidirse!
De pronto, la estrella fugaz hizo su aparición surcando el cielo tal con tanta rapidez que Katia se quedó boquiabierta y fue incapaz de pensar en ningún deseo.
—Ya puedes irte a dormir, querida. Buenas noches —se despidió la luna.
La niña deseó hablar con ella, decirle que no le había dado tiempo a decidirse, pero su sonriente rostro se había desvanecido así como su dulce voz. Ahora, tan solo se mostraba como un círculo blanco e inexpresivo.
Katia se dio la vuelta y, para su sorpresa, logró subir las escaleras. Suspiró aliviada de que esta vez no desapareciesen los escalones. Entró en su cuarto y se acostó. Su madre, que estaba en la cocina, subió al cabo de unos minutos para darle un beso de buenas noches y después cerró la puerta de la habitación tras de sí.
Katia deseó contarle a su madre todo lo acontecido, pero fue incapaz. Y es que Teresa siempre se mostraba disgustada ante la desbordante imaginación de su hija y le advertía con gravedad que no debía imaginar cosas que no eran reales. Una vez, incluso, le oyó susurrarle a su abuela entre sollozos que no sabía qué hacer para controlar esa terrible imaginación que la poseía. Ante el doloroso recuerdo una lágrima resbaló por la mejilla de la niña antes de quedarse dormida.
Al día siguiente, Katia se despertó unos minutos antes de lo habitual. De pronto, se sobresaltó al ver a un pequeño hombrecillo sobre el alféizar de la ventana.
—¿Quién eres? —balbuceó ella.
—Soy el gnomo Bastián —le respondió el hombrecillo.
—¿Y por qué estás aquí?
—Porque me ha enviado la luna por el deseo que pediste anoche.
—Pero si no logré pedir ningún deseo.
—Sí que lo pediste, lo que ocurre es que no eres consciente de ello.
La niña se frotó los ojos y volvió a mirar a Bastián. Seguidamente, se levantó de la cama y se aproximó despacio hacia él.
Este le sonrió:
—Ahora voy a decirte un acertijo que debes resolver.
Ella que no se veía a sí misma ni inteligente ni ingeniosa, miró hacia el suelo con tristeza.
—No creo que consiga resolver tu acertijo.
Bastián la miró con gesto muy serio:
—Tienes muy poca confianza en ti misma. Eso está mal, muy mal. Si quiero proponerte un acertijo es porque estoy seguro de que lo resolverás. ¿Cómo puede ser que yo confíe en ti más que tú misma?
La niña miró al gnomo sorprendida y se dispuso a escucharle con atención.
—Bien, el acertijo dice así: “Es una fuerza imparable y cuando se apodera de tu mente ya no puedes gobernarla. Crees que es el motivo por el que todos piensan que eres rara. Incomprendida y sola te sientes y a ella quieres culparla. ¿Qué es? ”
Katia tembló de los pies a la cabeza. ¡Sabía la respuesta!
—La imaginación —respondió.
Bastián asintió con una sonrisa satisfecha.
—Tu mayor deseo es liberarte de tu imaginación porque crees que así los demás te aceptarán. Pero nadie lo hará si primero no lo haces tú. La imaginación es un regalo maravilloso que forma parte de ti y por eso no está bien que la rechaces. Este es mi consejo: Elige una actividad artística, deja a tu imaginación volar y verás de lo que sois capaces juntas.
Y tras decir estas palabras, el gnomo se despidió y se marchó.
Instantes después la niña oyó la voz de Teresa:
—¡Katia, baja, el desayuno está listo!
—¡Sí, mamá! —le respondió y bajó inmediatamente al salón.
Katia estuvo reflexionando todo el día sobre las palabras del gnomo y se dijo que nunca más volvería a sentirse mal por tener tanta imaginación. Siempre le había gustado escribir historias y dibujar, aunque no lo hacía porque pensaba que no se le daba bien. Pero después de hablar con Bastián, empezó a dibujar y escribir. No dejó de hacerlo, y tras un tiempo logró crear preciosas historias ilustradas.
Un día, mientras Katia coloreaba uno de sus dibujos, Teresa le dijo:
—Hija, he estado mucho tiempo preocupada por ti, pero ahora me siento muy feliz y muy orgullosa de lo que haces.
Katia jamás le dijo ni a su madre ni a nadie que fueron la luna, la estrella fugaz y el gnomo quienes la ayudaron a valorar y querer a su imaginación. Sin embargo, nunca los olvidó y los convirtió en los protagonistas de muchas de sus historias.
Cuando los demás, admirados, le preguntaban de dónde salían sus ideas, Katia respondía con sencillez:
—De mi imaginación, sin ella nada sería posible.
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¡¡RETO!! Con este relato participo en el Concurso de El Tintero de Oro. Esta vez Merche nos trae un fantástico artículo sobre Michael Ende y su novela Momo. Os animo a que lo leáis y que, por supuesto participéis. Aquí tenéis acceso al artículo, a los relatos participantes y a las bases del concurso. Pero, rápido, no hay mucho tiempo, el plazo para participar en la modalidad de concurso acaba este 15 de abril!!
Espero que aun con el paso del tiempo katia logre conservar su imaginación. No todos los niños lo consiguen cuando dejan de serlo. ;)
ResponderEliminarConfío en que sí. Katia se ha dado cuenta del gran valor que tiene la imaginación y creo que la cuidará durante toda su vida. Aunque, desde luego, cuando sea adulta la sociedad no la ayudará en eso. ¡Muchas gracias por tu comentario!
Eliminar¡Hola de nuevo, Cristina!
ResponderEliminar¡Qué buen cuento!! Es toda una oda a la imaginación. La misma fuente en su mente provoca a la vez la tristeza y luego la cura al traerle los pequeños y grandes seres animados.
Tu relato es como esos cuentos maravillosos que les leían a los niños antes de dormir: maravilla de la imaginación más valores profundos. Te deja una sonrisa tan dulce…
El detalle de los escalones que desaparecen es de una gran originalidad. Y todo el desarrollo del cuento, con los sentimientos de la niña y la madre están bordados. Sólo le faltan los dibujos. :)
Me encantó. ¡Felicidades con un fuerte abrazo!
¡Hola, Maite! Qué alegría me da que te haya gustado este cuento. Fíjate que cuando lo releí, la parte de los escalones desapareciendo se me hizo un poco extraña, incluso me planteé en suprimirla. Pero tras leer tu comentario me alegra inmensamente haberla conservado. Te agradezco muchísimo tus palabras. ¡Un fuerte abrazo!
EliminarHola, Cristina, esta es la verdadera esencia del reto: la imaginación y tú has abordado muy bien el tema, parecido, incluso, a Momo, porque los hombres grises no quieren a la imaginación. Muy bueno y muy bien también el acertijo, has dado el clavo.
ResponderEliminarMuchas gracias por participar y mucha suerte en el concurso.
Un abrazo. :)
¡Hola, Merche! Me alegra que esta historia se ajuste al reto que nos has propuesto. La verdad es que leí Momo hace tiempo, y no me acordaba muy bien de la historia, aunque me gustó mucho. Si mi relato se parece un poco a Momo como dices, me siento realmente orgullosa. Muchas gracias por crear este maravilloso concurso y por tu comentario. ¡Un abrazo!
Eliminar¡Cristina!
ResponderEliminarEste relato tiene la calidez de los cuentos que acompañan de verdad. Hay una ternura constante en cómo Katia se enfrenta a sus propios miedos y aprende a abrazar esa imaginación que tantos quebraderos de cabeza le había traído.
Me ha gustado mucho la sencillez con la que transmites el mensaje: la imaginación no es un defecto, sino una herramienta maravillosa para crear. El gnomo Bastián es un personaje simpático que cumple muy bien su papel de mentor y me ha encantado esa idea de que confíe en Katia más que ella misma. Ahí tocas un punto sensible y muy real.
También es muy acertado cómo cierras el relato con la transformación de la madre, desde la incomprensión hasta el reconocimiento de la creatividad de su hija. Ese cambio, aunque rápido, le da un final luminoso y esperanzador.
Cristina, este cuento me ha dejado la sensación de que sería perfecto para acompañar a lectores jóvenes que necesitan reconciliarse con su propia creatividad. Tiene ese sabor de las fábulas que dejan una semilla dentro. Enhorabuena por este relato tan cálido y amable.
Seguimos compartiendo historias que hacen imaginar.
¡Un abrazo!
¡Hola, Tarkion! Te agradezco inmensamente tu elaborada valoración de este cuento y me alegra que te haya llegado el mensaje que es exactamente como dices: "la imaginación no es un defecto, sino una herramienta maravillosa para crear". Como me encantan las fábulas esto que me comentas me hace muy feliz: "este cuento me ha dejado la sensación de que sería perfecto para acompañar a lectores jóvenes que necesitan reconciliarse con su propia creatividad. Tiene ese sabor de las fábulas que dejan una semilla dentro." Creo que a veces vemos a la imaginación más como una carga que como una virtud y creo que para encontrar su auténtico valor todos deberíamos dedicar tiempo a liberar nuestra imaginación a través de actividades creativas, como por ejemplo escribir historias :) ¡Muchísimas gracias por tus palabras y un abrazo!
EliminarBonito cuento, Cristina.
ResponderEliminarPese a cumplir años, es bueno mantener la imaginación, pues es un lugar que, usado debidamente, nos ayuda a evadirnos de la realidad, que muchas veces es demasiado cruda y fea.
Estoy totalmente de acuerdo contigo, Noelia. Si usamos la imaginación debidamente puede ser una gran ayuda en la vida. ¡Muchas gracias por tu comentario!
EliminarBuenas, Cristina.
ResponderEliminar¡Ay! Esa niña me ha recordado un poco a mí. Ya en la guardería le contaba a mi madre unas historias tremendas. Ella nunca me regañó por ello, pero tuvo que enseñarme que esas cosas no eran reales, pues yo le contaba que mis compañeros llegaban conduciendo ellos el coche y miles de cosas más. Me enseñó a diferenciar entre la realidad y las historias de mi cabeza, aunque ella siempre me animó a seguir soñando. Siempre y cuando supiera diferenciar lo real de lo imaginario. Y ahora me toca a mí lidiar con mi hijo, que parece que ha salido a mí.
Un saludo.
Irene
¡Hola, Irene! Sí, eso les pasa a muchos niños y a veces los adultos pueden mostrar miedo e incomprensión, como en el caso de la madre de Katia.
EliminarMe alegra muchísimo que tu madre supiese manejar la situación y te enseñara a diferenciar entre la realidad y lo imaginario. Y más aún, que te animase a seguir soñando. Ahora con tu experiencia seguro que consigues ayudar a tu hijo también.
¡Muchas gracias por tu comentario y un saludo!
¡Ay, qué rebujo de recuerdos! De chiquilla me topé con un grafiti que rezaba "Imagen Acción", y vaya, ahora tu Katia me ha dao en el alma. ¡Como dos gotas de agua somos!
ResponderEliminar¡Qué bueno, Lucila! Me alegra haber creado un personaje que sea como tú ;) ¡Muchas gracias por tu comentario!
EliminarLa imaginación es un don que muchos tenemos muy presente durante la infancia, pero que luego al cumplir años vamos perdiendo. Los que siendo adultos aún la conservan, son muy afortunados! Un relato lleno de magia! Un abrazote Cristina y mucha suerte en el concurso!
ResponderEliminarTienes toda la razón, Marifelita: "Los que siendo adultos aún conservan la imaginación, son muy afortunados". ¡Muchas gracias por tu comentario y otro abrazote para ti! :)
EliminarEste texto me parece una historia tierna y mágica que, según me ha parecido entender, aborda el poder de la imaginación y la importancia de aceptarse a uno mismo. El tema de fondo —la lucha de Katia por reconciliarse con su creatividad en un entorno que la reprime— está tratado con una sensibilidad especial. La luna parlante, la estrella fugaz y el gnomo Bastián, son de gran ayuda para el crecimiento personal de la protagonista.
ResponderEliminarMe encanta cómo el relato transforma algo que Katia ve como una carga —su "terrible imaginación"— en un regalo valioso. El acertijo de Bastián no solo es ingenioso, sino que le da a Katia la oportunidad de reconocerse a sí misma. Me gusta mucho la moraleja, que más o menos viene a decir que la aceptación propia es el primer paso para que los demás te valoren.
La relación con su madre, Teresa, añade realismo y humanidad. El cambio interno de Katia también transforma su entorno. El crecimiento de Katia es silencioso, a través de sus acciones, y eso me encanta.
Tu escrito ensalza la imaginación como una fuerza liberadora y me dejó con el recordatorio de no subestimar el valor de aquello que nos hace únicos.
Saludos cordiales.
¡Hola, Marcos! Es exactamente lo que comentas, esta historia "aborda el poder de la imaginación y la importancia de aceptarse a uno mismo". Ambos aspectos componen el mensaje principal que deseaba transmitir. Me alegra que lo hayas captado tan bien :)
EliminarAdemás, como bien señalas: "La luna parlante, la estrella fugaz y el gnomo Bastián, son de gran ayuda para el crecimiento personal de la protagonista". Katia no tiene el apoyo de nadie, está sola con su imaginación desbordante, no sabe qué hacer, hasta que esos personajes mágicos le hacen entender que su imaginación es muy valiosa si la emplea bien. Y sí, la moraleja es la que comentas: "la aceptación propia es el primer paso para que los demás te valoren". Respecto a esto: "El crecimiento de Katia es silencioso, a través de sus acciones, y eso me encanta", me alegra que te haya gustado. Y me encanta esto que dices: "Tu escrito ensalza la imaginación como una fuerza liberadora y me dejó con el recordatorio de no subestimar el valor de aquello que nos hace únicos". Marcos, has captado todo cuanto expresa este relato, hasta el más mínimo detalle y esto es algo que me alegra enormemente. Muchas gracias por tus palabras y valoración. ¡Saludos!
Qué bonito, Cristina. Un relato con aire de cuento infantil, lleno de magia y de dulzura. Imaginativo, tierno y con un final muy luminoso. Me ha gustado también el guiño a Michael Ende con el nombre del gnomo. Una historia preciosa.
ResponderEliminarCreo sinceramente que cualquier criatura humana ya nace acompañada de esa imaginación desbordante. Pero los adultos, acostumbrados al desengaño y las propias frustraciones se las vamos podando como ramas innecesarias. Con ello, lo unico que les hacemos, es transmitirles la sensación de inutilidad de esa imaginación, que por otro lado es tan satisfactoria en tantas situaciones.
ResponderEliminarUnabrazo.
Hola Cristina me ha gustado mucho tu relato. Ha sido como conectar con aquellos cuentos que me contaban de niña y después leí. Tiene la magia de lo cotidiano y a la vez la comodidad de lo conocido y con un aprendizaje. Suerte. Un abrazo.
ResponderEliminarHe vuelto a la infancia, a la voz de mi madre, a las historias y leyendas para hacernos dormir. Creo que con ese tono que a la vez tiene gusto a viejos tiempos, nos has conmovido a todos. Ah, soy Juana, no he logrado que Google me reconozca! Paciencia y un abrazo
ResponderEliminarHola... excelente relato. Muy mala idea eso de truncar la imaginación por considerarla nociva. Si es la base de todo invento, todo progreso humano que, antes de materializarse, primero tuvo que nacer allá en el reino de la imaginación.... me ha encantado tu historia. ¡Saludos!
ResponderEliminarHola, Cristina. ¿Qué sería del Tintero de Oro sin la imaginación, verdad? Gracias a ella creamos mundos imposibles, sorprendentes, entretenidos,... haciendo disfrutar con ellos al resto de la comunidad. Tristeza me da esa madre, que ve la imaginación como un enemigo. Menos mal que al final pudo abrir los ojos.
ResponderEliminarTe deseo lo mejor en el concurso. Un abrazo.
Cristina, bella imaginación. Has contado un cuento precioso. Suerte en el tintero. Un saludo
ResponderEliminarUn buen acertijo.
ResponderEliminarLa imaginación es algo importante.
Un abrazo
Puede ser que tener un hijo con capacidades excepcionales ponga un reto a los padres y como se ve pone carga en ese hijo excepcional. A Katia le fue bien, supo llevar su imaginacion con algo de ayuda.
ResponderEliminarEl único problema de la imaginación es no distinguirla de la realidad. Pero eso es un problema mental que me se arregla dejando de utilizarla. Deberian encaminarse más a saberla distinguir que en erradicarlA. Lo de dedicarse a slgo creativo es una solución idónea.
ResponderEliminarAbrazoo y suerte
Eso es, Cristina, nadie debería tener miedo de imaginar, y menos una niña, o un niño. Un relato que es una delicia y que empieza de una manera magistral, con esos escalones que desaparecen. Ahí me has atrapado, con el desoriente de esa imagen tan visual y la consiguiente reunión con la luna.
ResponderEliminarMuchas gracias por el aporte, mucha suerte y un abrazo!
¡Hola Cristina! Has creado un cuento muy bello con la historia de esta niña que quiere desprenderse de su imaginación pero que al final logra encontrar el camino para hacer uso de ella de la mejor manera posible. Menos mal que Katia encontró a la luna y al gnomo Bastián, que le mostraron el camino.
ResponderEliminarUn saludo y suerte.
Hola Cristina bonito cuento con la imaginación como protagonista de ese acertijo, donde Katia supo poner todo su interés en alimentar esa imaginación .
ResponderEliminarUn abrazo
Puri