El gömbur
Recuperó el conocimiento, se levantó del suelo despacio y cogió una toalla del armario para limpiarse la cara que estaba cubierta de una sustancia azul y espesa. Cuando se hubo limpiado, sacó su móvil del bolsillo del pantalón y marcó un teléfono. ―¿Si? ―contestó una voz al otro lado de la línea. ―Pablo, no me vas a creer, pero hay una criatura horrible en mi casa ―dijo ella entre sollozos. ―Laura, tranquilízate. ¿Qué quieres decir con «una criatura horrible»? ―No sé qué es Pablo, es tan horrible que no parece un animal es como…como… ¡un monstruo! ―gritó con cara completamente aterrorizada. ―Vale, ¿qué te has tomado? ―¡No me he tomado nada! ¡Te estoy diciendo la verdad, tienes qué creerme! ―Voy a tu casa. Espérame, en quince minutos estoy ahí. ―¡No Pablo! ¿Cómo voy a dejar que vengas? ¿Y si te ataca? Además ¿cómo voy a abrirte la puerta? Ahora mismo estoy encerrada en mi habitación y no te puedes imaginar el pánico que siento. No sé qué hacer. ―Laura, ¿te has parado a pensar...